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Familia y escuela Capítulo 51: El tiempo (X)

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Marzo 17, 2021 03:00 a.m.

El tiempo futuro, en términos reales significa una promesa, un “pudiera ser”, algo que no tenemos la certeza absoluta que llegue a ocurrir; incluso para muchos es irreal, dado que, ni siquiera podemos asegurar que lleguemos a vivirlo; aun así, existe y es, lo mismo que el tiempo pasado y el presente, muy importante.

En términos educativos y formativos integrales, de manera planificada o a veces de manera informal, se habla con hijos y alumnos, del “por – venir” como esa forma de planear, suponer y pensarse en prospectiva; es decir, el comentar acerca de lo que les tocará vivir.

En términos académicos se le conoce como: Plan de vida, con preguntas como: ¿en dónde y cómo te ves en 10 años o más? ¿en qué te gustaría trabajar o desempeñarte? ¿te gustaría tener familia, hijos? ¿qué lugares te gustaría visitar? ¿en que lugar te gustaría vivir? incluso, no descartaría que existiese una materia escolarizada o una charla en familia, desde los niveles básicos, que llevara tal nombre y tuviera como objetivo el programarse, haciendo una proyección hacia lo que con probabilidad nos tocará experimentar.

Maestro de universidad pública: “… ¡qué locura!, una materia que se llame: “Plan de vida”, lo que necesitamos son individuos capaces, que se adapten a la realidad actual y presente, ¡no soñadores! debemos egresar personas que se dediquen a producir de manera lo más inmediata posible”

¿Se puede formar y enseñar usando para ello el futuro? ¿Se pueden realizar acciones concretas desde elementos de los cuales solo se tiene una probabilidad de cumplirse?

Desde luego que es posible. Significa “darle vida” al tiempo futuro, traerlo al tiempo presente y usarlo; aunque, como ya se dijo, no hay la seguridad que lo planeado se llegue a cumplir a cabalidad; aún así, resulta importante realizar el ejercicio de pensarse hacia ese tiempo; incluso, como parte de ese plan de vida, resulta no solo deseable, sino además necesario.

“Las promesas son para cumplirse” y lo planeado se perfila precisamente como esa promesa que, nos induce a efectuar las acciones necesarias para que se logre; incentivando con ello elementos formativos como la responsabilidad, el compromiso, la honestidad consigo mismo, entre otros.

Además, lo prometido tiene otros efectos que impactan en la formación de cada individuo, me refiero a la meta  hacia donde se decide encaminarse, sin andar “perdido” y sin rumbo fijo. 

De igual manera, también se constituye en esa pila que da energía a nuestra vida cotidiana, en esas acciones que nos hacen levantarnos e ir en pos de alcanzar ese objetivo.

Este proceso equivale a ir imaginando el resultado final, al tiempo que vamos acomodando las piezas del rompecabezas de nuestra vida, así de complejo; pero, al ir armándolo, va apareciendo “mágicamente el futuro” como una trama y una imagen definida, conforme la vamos culminando.

El futuro es el horizonte hacia donde se dirigen nuestras generaciones y una de las formas que se tiene para afrontarlo, es precisamente imaginarlo; el reunir los elementos necesarios, el tener respuestas probables a las situaciones que se pudieran enfrentar; pero, además, estar siempre alertas con esa habilidad primordial y constante de descubrir, entender y resolver todas las situaciones imprevistas.

Es en este momento, en donde entran en acción las figuras de padres y maestros, no solo para hacer el ejercicio referido, sino también para fomentar que, al tomar en cuenta elementos que no es segura su ocurrencia, no es para cumplir el papel de un idealista y soñador, sino como algo que nos compromete a que esos elementos se cumplan.

El futuro “está vivo”, es útil, necesario e importante entenderlo.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx