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Familia y escuela Capítulo 57: Discapacidad

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Abril 28, 2021 03:00 a.m.

“…Estando en un centro comercial, en la fila de cajas para pagar los productos seleccionados, se encontraba en la parte posterior de esa fila un padre con su hijo; llamó mi atención, porque el niño se encontraba llorando, manoteando y en evidente desesperación por los tiempos de espera. El padre al sentirse “incómodo” ante los demás por esta situación, comentó: …es que “no es normal” es discapacitado; en efecto, su hijo padecía en apariencia, cierto grado de discapacidad intelectual; lo primero que vino a mi mente fue que a veces, algunos adultos mostramos discapacidades mayores…”

En efecto, tal parece que el término “discapacitado” se ha estandarizado hacia las personas que la sociedad ha estigmatizado como “diferentes” “raros” “peligrosos”; individuos que física o mentalmente son distintos a lo considerado “normal”; incluso, hacia personas que les falta o tienen un funcionamiento anómalo de alguna de las partes de su cuerpo.

Desde una perspectiva académica, las definiciones que se otorgan, no difieren mucho de la percepción popular, dado que algunos diccionarios mencionan que la discapacidad es la “falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona”, equiparándolo con el término de “minusvalía” o la disminución de su valor.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020) por discapacidad entiende a “las deficiencias y problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad que dificultan la ejecución de acciones o tareas, y las restricciones para participar en situaciones vitales”.

Sin duda, dichas “deficiencias” existen y son reales, sobre todo ante la generalidad y parámetros que los grupos sociales establecen como “normales” para poder convivir y desarrollarse cotidianamente entre ellos.

En lo relativo a cifras, la propia OMS, ratifica en esta condición a más de mil millones de personas, o sea, el 15% de la población mundial con algún tipo de discapacidad; por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI 2020) ubicó en México a casi 21 millones de personas con discapacidad, limitaciones en la actividad cotidiana o con alguna condición mental.

La segregación que provoca esta condición, hacia las personas que están tipificadas con alguna discapacidad, es muy evidente, resultando en su marginación, exclusión o discriminación; en algunos casos tratados con lástima y sobreprotección; rara vez con igualdad, y aunque se ha trabajado mucho en el área de inclusión, aún así, estas conductas siguen mostrándose. 

Maestro de educación superior: “…en algunos grupos focales en los que hemos participado, sobre las actitudes que los miembros de la sociedad muestran hacia niños con síndrome de down, sus padres han opinado acerca de las diferentes conductas y comportamientos que sus hijos han recibido en escuelas, centros comerciales y otros lugares públicos; en algunos casos refieren que son vistos con curiosidad y morbo por otros niños, incluso preguntando porqué está así; en otros casos hay padres de familia que retiran a sus hijos, argumentando que ese tipo de niños son violentos…”

Más allá de las cifras, las tipificaciones y estudios que los organismos de salud han elaborado de manera oficial; desde la educación integral diversificada se está ya en disposición de analizar y atender otros tipos de discapacidades, que actúan como verdaderas barreras entre la persona y sus actividades regulares en sociedad, sobre todo en individuos que se encuentra catalogados como “normales” y que, por consiguiente, sus actitudes y conductas debieran ser las idóneas.

Las discapacidades en las condiciones descritas, van mucho más allá de la falta o mal funcionamiento de alguna parte del cuerpo y tienen que ver con situaciones que son incongruentes entre el individuo y el grupo social donde se desenvuelve.

Casos como el odio y la segregación étnica, racial y religiosa; se ha constituido en una verdadera discapacidad, la cual llega a magnificarse con desplazamiento de poblaciones enteras y hasta genocidios.

Discapacidad en actitudes y conductas perjudiciales hacia la salud pública y hacia la persona misma, al no comprender que el consumo excesivo de alcohol, tabaco y diversos tipos de drogas, tienen efectos irreversibles en ellos, incluido, claro está, la muerte prematura.

Acciones de violencia hacia la naturaleza con incendios provocados; hacia otros seres vivos: animales y personas, con la privación de la vida, aplicada de manera indiscriminada por género o edad, destacando desgraciadamente hacia menores y mujeres.

Incluso, casos de actitudes cotidianas como la corrupción, el engaño, delitos “de cuello blanco”, el soborno, la prepotencia, el uso indebido del poder y de las relaciones con los personajes que lo ostentan; la violencia escolar y una lista interminable de discapacidades en lo social.

Padre y madre de familia, maestro y maestra: ¿qué discapacidades has apreciado, que valga la pena incluir en un listado, como guía para prevenir y completar la formación de hijos y alumnos? 

No cabe duda, la discapacidad va mucho más allá de la carencia física o mental, incluso de enfermedades y trastornos; porque aún en personas catalogadas como “normales” o “completas”, se manifiestan acciones fuera de toda congruencia y bienestar social.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx