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Familia y escuela Capítulo 68: Movilidad social

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Julio 14, 2021 03:00 a.m.

Materia pendiente para la educación, sin duda que es el no olvidar algunos de sus fines últimos y razón de ser en una sociedad: el propiciar el bienestar, crecimiento y desarrollo de sus integrantes.

En particular la Educación Integral Diversificada; como sabemos, va mucho más allá del ámbito escolar y del solo “vaciar” contenidos en las mentes de los alumnos de los diversos niveles educativos, involucrando para ello la práctica y fomento de valores, actitudes y habilidades, tanto por parte de las instituciones educativas y las demás que integran la estructura social, entre ellas las familias.

El abrir el panorama de hijos, alumnos y personas en general hacia futuros posibles, independientemente de las muchas, escasas o nulas oportunidades de desempeño profesional o actividades económico productivas que se puedan presentar, se constituye sin duda, en una de las más importantes tareas en la formación de los individuos.

El estar alerta a las opciones que se presenten, el generarlas, si éstas no aparecen; el estar preparados no solo académicamente, sino integralmente, para afrontar retos y desempeñarse en actividades que puedan representar nuestro quehacer personal y laboral.

Recordemos que la preparación académica es una de las vías con mayor predisposición para acceder a estas oportunidades; sin embargo, no se puede asegurar que sean efectivas al cien por ciento, dado que existe un gran índice de desocupación y subocupación laboral, además del desempeño en actividades productivas para las cuales no estudiamos ni fuimos formados.

Incluso, de manera lógica, no podemos descartar a priori a la gran cantidad de personas que, por diferentes circunstancias, no tuvieron oportunidad de recibir educación básica formal o culminar alguna carrera técnica o profesional; en estos casos, el autoempleo y las microempresas, entre otras actividades, caracterizan su desempeño.

Se debiera impulsar y fomentar entonces la posibilidad real de la “movilidad social”, la cual representa el dinamismo que se puede generar entre los individuos que pertenecen a algunos de los diferentes estratos o clases sociales.

Educar teniendo como marco a la movilidad social, en aspectos de crecimiento y desarrollo de los niveles de vida, sería comenzar a desterrar la frase popular de: “el que nace para maceta, no pasa del corredor”, la cual se encuentra muy arraigada entre la población.

Esta frase de condena y marginación hacia el espacio, situación socioeconómica y desarrollo personal en el cual se nace, se encuentra acompañada por datos estadísticos; de acuerdo con cifras acerca de la movilidad social en México, publicadas en 2019 por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, tenemos que: “…49 de cada 100 personas que nacen en los hogares del grupo más bajo de la escalera social, se quedan ahí toda su vida. Y aunque la otra mitad logra ascender, 25 de ellos no logran superar la línea de pobreza de México. Lo anterior implica que 74 de cada 100 mexicanos que nacen en la base de la escalera social, no logran superar la condición de pobreza. En términos regionales, alguien que nace en un hogar muy pobre en el norte tiene 3 veces más posibilidades de salir de la pobreza que quien nace en el sur en la misma situación”.

Resulta evidente el por qué se considera una materia pendiente de atender por los sectores gubernamentales de apoyo y desarrollo social; pero el reto, es también educativo, dado que familias y escuelas tenemos la obligación de dotar de las herramientas necesarias para que hijos y alumnos activen y obtengan los beneficios de la movilidad social.

Habría que especificar que la movilidad de la que hablamos, se enfrenta a una reducción muy generalizada del concepto de “economía”, transfiriéndolo de manera directa a: “dinero”, de lo que se desprende que la búsqueda por mejores niveles de vida se centre en la obtención a toda costa de ello.

Desde luego que el dinero resulta prioritario como medio de intercambio, pero no es el centro o eje que determina una movilidad social, sino la obtención y acceso a los diferentes bienes como la alimentación, vestuario, vivienda, etc.; y servicios, como la salud, educación, recreación y otros, todos ellos necesarios para la sobrevivencia digna de las personas.

Desde luego que no se descarta que después del acceso a bienes y servicios considerados básicos, haya quien pueda acceder a éstos, pero de calidad superior; o a otros que serían catalogados como secundarios o superfluos.

La educación integral diversificada entonces, es la promotora de una libertad, al menos de fomentarla; de liberar las amarras mentales que tienen sujetada a la persona y, proceder a aplicar la creatividad y la iniciativa, en la búsqueda y acceso a escenarios y mundos posibles reales en la práctica cotidiana, en el contexto en donde nos desenvolvemos o en el que logremos fabricar.

Definitivamente, educar, en este sentido, implicaría brindar las condiciones para que “la maceta, salga del corredor” y se pueda ubicar en el espacio y lugar que queramos, iluminando radiantemente con sus flores hermosas nuestro camino y el de los demás.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx