logo pulso
PSL Logo

Familia y escuela Capítulo 80: Llegar

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Octubre 06, 2021 03:00 a.m.

Cualquier tiempo, cualquier lugar y cualquier circunstancia, es propicia para enseñar y aprender; no existen límites.

Desde luego que me refiero a una educación integral de tipo diversificada; aquella que ocurre, no solo con conocimientos programados científica y metodológicamente en una institución escolar o familiar, sino que incluye experiencias y vivencias de práctica de valores, desarrollo de habilidades y actitudes y que puede darse de formas a veces insospechadas.

Es el caso de llegar a un lugar o situación nueva. Resulta impresionante la forma en que, a partir de que esto ocurre, se desencadena todo un proceso educativo del cual debemos estar conscientes y sacar así, el mejor provecho de esta experiencia.

Se le conoce como Inculturación, al proceso de integración de un individuo o grupo en la cultura y en la sociedad con las que entra en contacto. Es a partir de este fenómeno que,  al irnos adaptando, comenzamos a apropiarnos y a aprender de todas las situaciones por las que, de manera novedosa, vamos transitando.

Ocurre por ejemplo, cuando alguien se integra con la familia política, al contraer un compromiso civil o afectivo con la pareja; situación que lleva a convivir con personas que hasta antes de esta unión solo eran meros conocidos y ahora, son suegros, cuñados y todo el parentesco que se genera; situación que lleva a un aprendizaje de otros comportamientos sociales y culturales.

De igual forma ocurre al llegar a vivir a otro país, ciudad, barrio o colonia; a partir de esta llegada, se da inicio con el hecho de desaprender algunas cosas, para incorporar otras, que ahora son necesarias para nuestra coexistencia en el nuevo contexto.

Qué decir de nuestra llegada a un nuevo lugar de trabajo, de recreación o incluso a una nueva institución escolar; comenzando a reconocer espacios, autoridades y compañeros; en tanto que al mismo tiempo, nos adaptamos a sus ritmos, reglas de convivencia, horarios y cultura organizacional.

En efecto, “el llegar”, es el inicio de una cadena de aprendizajes; pero también, cuando alguien o “algo” llegan a nosotros.

Cuando llega la persona precisa, en el momento adecuado; es entonces que comenzamos a apreciar cosas distintas, que a pesar de que siempre habían estado ahí, ahora las “descubrimos”; a entender las mismas situaciones, pero ahora desde otras ópticas; a tener claridad sobre nuestro rumbo y acciones; a mirar el futuro con esperanza y no como castigo; a construir, aún de los desastres más dramáticos; a ser y estar a pesar de las ausencias; a disfrutar el momento feliz y a sobrellevar el doloroso; en fin, a aprender de forma diferente.

¿Quiénes son esas “personas precisas”? 

Son todas las que van apareciendo de manera significativa en nuestras vidas: papá o mamá, amigo o amiga, maestro o maestra, abuelo o abuela, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros alumnos y todos aquellos que, si somos observadores, sabremos distinguirlos porque se convirtieron y siguen convirtiéndose en nuestros formadores.

Con la llegada de nuestros hijos, comenzamos el gran y difícil reto de ser papás y mamás; a partir de ese momento, se presentan enseñanzas y aprendizajes novedosos: responsabilidades económicas, morales y educativas; lenguajes y acciones diferentes que fluctúan desde la preparación de un pañal y un cambio de ropa, hasta la preparación de su partida del hogar, para que hagan de su independencia su proyecto de vida.

Con la llegada de un nuevo grupo de alumnos, los maestros aprendemos que tenemos ante nosotros la oportunidad de reflejar en ellos, mucho más que un “simple” programa de estudios; para con nuestras acciones y actitudes mostrar otras formas de aprender, otros horizontes y mundos posibles.

Con la llegada de un nuevo empleo u oportunidad de desarrollo personal, aprendemos a valorarnos o a darnos una segunda oportunidad de hacerlo; a plantearnos retos y objetivos que nos fuercen a mostrar  nuestras habilidades y al mismo tiempo adquirir otras.

Con la llegada de cualquier problema, nos esforzamos por resolverlo y así aprender a desarrollar diversos métodos para hacerlo; con la aparición de los desastres naturales, nos mostramos cuan solidarios y resilientes somos.

Con la llegada de la muerte de familiares y amigos, seguimos aprendiendo el valor inconmensurable de la vida y, el de continuar con paso firme el proyecto que durante este trayecto nos hemos trazado y que, de ninguna manera, nos damos permiso de olvidarlo o abandonarlo, porque significa nuestro sentido de vida.

Llegar o percibir que algo llega, es una de las múltiples oportunidades que tenemos que valorar y aprovechar, porque no cabe duda que: cualquier tiempo, lugar y circunstancia, es propicia para enseñar y aprender; no existen límites.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx