Franciscanos/as
Murió Francisco, el papa argentino, el papa jesuita, a los 88 años. El primer latinoamericano en tener ese cargo en el Vaticano, la ciudad Estado. Desde 2013, cuando fue electo tras cinco votaciones del cónclave, Jorge Mario Bergoglio marcó una postura de inclusión y aceptación de errores en la Iglesia católica. Muy diferente a su antecesor, Benedicto XVI, quien renunció al papado. El nuevo papa no eligió un nombre continuista, sino el de un santo que vestía túnica y capucha como las alondras.
Quizá no hizo todos los cambios que hubiera querido y manifestó en varias ocasiones, quizá por oposición intestina de la misma Iglesia. No es fácil hacer reformas cuando las mentes alrededor están cerradas. Francisco se expresó aunque el Vaticano lo desdijera. Fue una voz crítica y, sin meterse de lleno en la política como Juan Pablo II, actuó muchas veces como oposición a la derechización extrema del mundo (como ejemplo, su país natal). Reconoció la homosexualidad, el divorcio y la necesaria participación de las mujeres en la Iglesia. “No podemos insistir solo en cuestiones relacionadas con el aborto, el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos. Esto no es posible. El edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de caer como un castillo de naipes”, dijo.
Gustaba de la música y del arte en general. En 2014 le escribió a la madre de Gustavo Cerati, recién fallecido: «En estas semanas la tuve muy presente y recé por usted y por su hijo. Que el Señor la sostenga en su fortaleza y a él le conceda la paz más profunda. Y por favor, no se olvide de rezar por mí, por lo que necesito».
Francisco se dijo feliz durante el Jubileo de los comunicadores: «Comunicar es salir un poco de ti mismo, para dar algo de mí al otro. Y la comunicación no es sólo la salida, sino también el encuentro con el otro. Saber comunicar es una gran sabiduría, ¡una gran sabiduría! […] Vuestro trabajo es un trabajo que construye: construye la sociedad, construye la Iglesia, hace avanzar a todos, siempre que sea verdadero».
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Añadió: «Debemos sanar de las “enfermedades” del protagonismo y de la autorreferencialidad, evitar el riesgo de discursos inútiles. Lo que logra el buen comunicador es que quien escucha, lee o mira […] pueda encontrar la mejor parte de sí mismo y entrar con estas actitudes en las historias narradas. Comunicar de esa manera ayuda a convertirse en “peregrinos de esperanza”».
Otro Jorge se expresó así en 1979, al hablar de un par de curas que solían visitarlo: «Con el jesuita, que es ingeniero químico y muy buen lector, nos entendemos mejor; él enseña literatura y ha incluido mis textos en sus clases, lo cual me parece un poco exagerado. Yo trato de disuadirlo y le repito que lo mío no tiene ningún valor, que son una sarta de borradores, pero no me hace caso… Dejando de lado este detalle, el padre Bergoglio es una persona inteligente y sensata; con él se puede hablar de cualquier tema: de filosofía, de teología, de política. Pero hay algo que me alarma un poco; he observado que tiene tantas dudas como yo, lo cual no sé si está bien en un religioso. Mi madre se hubiera horrorizado de una cosa así. Pero quizá no es tan raro si tenemos en cuenta que se trata de un jesuita». Y concluye este Jorge, apellidado Borges: «Claro, esa gente es históricamente transgresora y hasta tiene sentido del humor, además de manejar conceptos que en algunos casos difieren de las otras congregaciones de la Iglesia».
Criticó el capitalismo salvaje, “de la exclusión y la inequidad. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa”.
Nací el 5 de octubre, un día después de la fiesta de Paco el santo. Panchero y franciscano, a veces sin motivo, a veces ante las calumnias de los mediocres, suelo repetirme la oración del hombre del sayal:
Oh, Señor, hazme un instrumento de tu Paz.
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como amar.
Porque es dando que se recibe; perdonando, que se es perdonado; muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
Descanse en paz. Esperemos que esta iglesia y otras instituciones y gobiernos sigan el camino del bien común y de mayor igualdad. En los hechos.
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