logo pulso
PSL Logo

Ganar la paz

Por Sergio Sarmiento

Junio 23, 2021 03:00 a.m.

“Nuestro proyecto cambia paradigmas: no se trata de ganar 

la guerra, se trata de ganar la paz”. 

Rosa Icela Rodríguez

La vanagloria ante sus propios logros ha sido tan característica del presidente López Obrador como su desprecio por las acciones de regímenes anteriores. “Vamos muy bien” dice una y otra vez sobre todos los temas, entre ellos el de seguridad pública. Sin embargo, los hechos de Reynosa del fin de semana pasado, cuando un comando armado acribilló y privó de la vida a 19 personas, son prueba de que la violencia no terminó al empezar la Cuarta Transformación. 

Ha sido común que los políticos culpen a las propias víctimas de la violencia que sufren. Lo hizo Felipe Calderón en 2010, cuando señaló que las víctimas de la matanza de 2010 en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, eran integrantes de pandillas, con lo que sugirió que de alguna manera se merecían lo ocurrido. Resultó que eran jóvenes sanos y deportistas, por lo que el propio presidente fue al lugar y ofreció una disculpa. 

El actual mandatario López Obrador no culpa a las víctimas, pero afirma que las matanzas han desaparecido de nuestro país. “Ya no hay torturas, desapariciones, ni masacres; se respetan los derechos humanos y se castiga al culpable, sea quien sea”, dijo en su informe de gobierno del 1ro de septiembre de 2020. Cuando el periódico Reforma publicó una nota que señalaba 45 matanzas, el presidente pidió que se proyectara la primera plana en la mañanera y dijo: “Ahí están, miren, ahí están las masacres”, mientras se reía. 

Las burlas no han impedido que continúen las matanzas. No es que el presidente no se entere. En su mañanera del 21 de junio se refirió brevemente a la de Reynosa: “Es un ataque cobarde que le quita la vida a personas inocentes, enviamos desde luego nuestro pésame a los familiares”. Ese mismo lunes se perpetró una nueva matanza de siete personas en Salvatierra, Guanajuato, lugar en el que apenas en diciembre se había realizado otro ataque que dejó a cinco jóvenes muertos. 

Nada más en los cinco primeros meses de este 2021 se perpetraron en México 12,101 homicidios dolosos. En 2020 la cifra alcanzó los 28,831, mayor al peor de los años del sexenio de Calderón, 2011, cuando hubo 27,199. La violencia alcanza muchos aspectos de la vida del país. Según la consultora Etellekt, en el proceso electoral 2020-2021 fueron asesinadas 102 personas relacionadas con la política. En Aguililla, Michoacán, el crimen organizado ha bloqueado de manera casi permanente la carretera de acceso, generando escasez de productos de primera necesidad. Parecería que el crimen organizado ha tomado control de varios puntos del país, mientras que el Estado no puede o no quiere hacer nada. 

El presidente culpa siempre a sus predecesores y en particular al expresidente Calderón. Afirma que el actual gobierno sí está avanzando porque el gabinete de seguridad se reúne con él todos los días a las seis de la mañana. El que haya muchas juntas, sin embargo, no garantiza resultados. Tampoco desaparecen las matanzas porque un gobernante se ría del periódico que las documenta. 

“Ya se vio que la apuesta por la guerra no funcionó”, dijo el 31 de diciembre de 2020 la secretaria de seguridad Rosa Icela Rodríguez. “Solo trajo miles de muertes y dolor a las familias mexicanas”. Es verdad. El problema es que la política de “abrazos y no balazos” no ha funcionado tampoco: las familias mexicanas siguen sufriendo miles de muertes y dolor. 

Salcedo

Al contrario de tantos funcionarios sin preparación, el nuevo secretario de la función pública, Roberto Salcedo, tiene una larga trayectoria en temas de contraloría y es muy respetado por sus colegas. Habrá que esperar que lo dejen trabajar. AMLO piensa que la corrupción terminó el día en que comenzó su gobierno. El problema es que es muy difícil combatir un mal cuya existencia ni siquiera se reconoce. 

Twitter: @SergioSarmiento