Jóvenes emprendedores con miedo al fracaso
El miedo al fracaso sigue siendo una de las barreras más grandes para los jóvenes mexicanos que desean emprender. Según datos de la Asociación de Emprendedores de México (ASEM), el 31.6% de la población entre 18 y 64 años afirma que este temor les impide iniciar un negocio. Y aunque el 58.5% considera que tiene las habilidades necesarias para emprender, seis de cada diez personas en México aún temen abrir un negocio, sobre todo por la inversión económica que se requiere. Estos datos dejan clara una verdad: el miedo tiene un peso real en nuestras decisiones.
Pero antes de avanzar, me parece fundamental detenernos a pensar: ¿qué significa exactamente “fracasar”? ¿Es solo perder dinero o cerrar un negocio? ¿O también implica la presión de no cumplir con las expectativas propias o ajenas, la insatisfacción o el desgaste emocional? Muchas veces no se trata solo de los recursos, sino de lo que creemos que ese fracaso dice sobre nosotros. Lo cierto es que incluso las empresas más exitosas comenzaron con incertidumbre y muchas veces, con poca planeación.
México está lleno de ejemplos inspiradores que demuestran que sí se puede. La historia de Rafael Malfavón es un claro ejemplo. Empezó vendiendo paletas de hielo hechas con frutas naturales, transportándolas en cajas de madera con ayuda de una recua de burros. Hoy, La Michoacana se ha convertido en una de las cadenas de heladerías más representativas del país. Su ejemplo ha inspirado a otras marcas similares, como La Flor de Michoacán y La Nueva Michoacana.
Otro caso es el de Clip. Fundada en 2012 por Adolfo Babatz y Vilash Poovala, la empresa surgió con la idea de facilitar pagos con tarjeta para pequeños negocios en un país donde dominaba el efectivo. Desarrollaron un lector de tarjetas que se conecta a dispositivos móviles, y para 2021, Clip se convirtió en el tercer “unicornio” mexicano, lo que significa que fue valuada en más de mil millones de dólares. Esta historia prueba que la visión, combinada con determinación, puede transformar un mercado.
¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí
También pienso en Dulces de la Rosa, una empresa que nació con la visión de Don Jesús Michel González y su esposa, Elvira Velasco Rolón. Su primer gran éxito fue el mazapán de cacahuate, que pronto ganó popularidad más allá de Guadalajara. Hoy, exportan a Estados Unidos, Canadá, Centroamérica, Europa y Medio Oriente, llevando un pedacito de México al mundo.
Entonces, ¿qué nos detiene? El miedo, por supuesto. Esa voz interior que nos dice: “No eres capaz”, “no es el momento”, o “¿y si no funciona?”. Pero, ¿qué pasaría si cambiamos la pregunta? En vez de “¿qué pasa si fracasa?”, deberíamos preguntarnos: “¿qué pasa si sí funciona?”. Porque la realidad es que cada historia de éxito comenzó con incertidumbre, con errores, con ajustes... pero también con decisión.
Cumplir nuestros sueños no depende de la suerte. Depende del esfuerzo constante, de la voluntad de intentarlo todos los días. Lo que admiramos en otros –empresas consolidadas, emprendedores reconocidos– es solo la punta del iceberg. Lo que no vemos son las horas de trabajo, los sacrificios y los momentos de duda que los llevaron hasta ahí.
Esto también aplica para cualquier otro ámbito de nuestra vida. Un estudio del University College London encontró que se necesitan en promedio 66 días para que un nuevo comportamiento se vuelva automático. Pero ese proceso puede variar de 18 a 254 días, dependiendo de la complejidad del hábito. Lo importante no es cuánto tiempo tome, sino la constancia con la que avanzamos.
No se trata solo de trabajar duro, sino de hacerlo con inteligencia. Aprender de los errores, estar abiertos a la crítica y ser capaces de corregir el rumbo cuando sea necesario es lo que realmente marca la diferencia. No hay condiciones ideales, pero sí hay oportunidades si decidimos aprovecharlas.
El progreso no siempre es lineal. Pero cada paso, por pequeño que parezca, nos acerca a nuestros objetivos. Al final, lo más importante no es solo lograr la meta, sino en quiénes nos convertimos durante el camino. Porque más allá del miedo, siempre vale la pena intentarlo.
(Alumna del 5to semestre de la carrera de Estrategia y Transformación de negocios
en el Tecnológico de Monterrey campus San Luis Potosí)
no te pierdas estas noticias




