Justicia por propia mano, o respeto a las Instituciones que la ejecutan

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“De la realización de cada uno, depende el destino de todos” Alejando Magno 

En días pasados asistimos a dos eventos que probablemente en el medio plazo se juzguen de manera totalmente distinta, según el involucrado en cuestión.

Estos acontecimientos representan un par más de los que diariamente se generan a lo ancho y largo de nuestra geografía, de los que tristemente poco a poco nos estamos acostumbrando al perder toda dimensión y noción de cómo corresponde la correcta actuación de la justicia; es decir, como obedecer y ejecutar; ser responsables, pero también exigir; cumplir y obligar a su cumplimiento.

Dicho de otro modo, estamos perdiendo la práctica del delicado equilibrio entre la sana convivencia y el pacto social entre gobernantes y gobernados para la aplicación de la justicia y la Ley para una convivencia social armónica.

Sin entrar en detalles, puesto que ambos hechos están ampliamente documentados tanto por la prensa escrita, como en los medios electrónicos -redes sociales incluidas-, me referiré al primero como la captura de un “destacado” miembro de la anterior administración federal acusado de desviar una ingente cantidad de recursos para favorecer a la élite política y económica de la que forma parte, tal y como atinadamente dijo un conocido historiador en una tertulia mañanera de inicios de semana: ya era privilegiado desde antes de nacer.

Analizado desde otra perspectiva, podemos formular la siguiente pregunta:

Per se, ¿este individuo tenía necesidad o urgencia de cometer tales actos, llamados comúnmente de “corrupción”, o entrar en una especie de “conflicto de interés” para beneficio propio y de su élite? Seguramente la respuesta es no.

Afortunadamente para él, desde su nacimiento ya gozaba de comodidades y beneficios económicos de todo tipo, además de relaciones, conexiones políticas y sociales que el transcurrir de los años le permitieron llegar hasta lo más alto del poder y capitanear la empresa pública –o productiva- del Estado más grande de nuestro país.

Sin ser un admirador de Benito Juárez, comparto esta frase célebre que en su momento dijo y considero aplica perfectamente en esta situación: “Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad”. Esta persona, aun siendo letrada, estudiada y preparada, olvidó aplicar en su vida profesional esta premisa. Usó recursos públicos para beneficio propio y de su élite.

Ahora vayamos a un caso opuesto en la escala social, que seguramente todos conocimos, o al menos escuchamos, y también produjo mucho revuelo social.

Resulta que dos “infortunados” individuos, seguramente orillados por situaciones multifactoriales (disfunciones familiares, problemas económicos, falta de oportunidades de estudio, preparación, empleo, por mencionar algunos), decidieron asaltar una unidad de transporte público.

La fatalidad alcanzó a uno de ellos al terminar siendo linchado por quienes unos momentos antes eran sus potenciales víctimas. Para su “suerte”, su compinche apenas logró escapar. (A propósito redacté este párrafo utilizando ciertos adjetivos, para hacer notar que muchas veces tenemos prejuicios, digamos, “de origen”.

Mientras escribo me llega vía mensajería electrónica (WhatsApp) de uno de los grupos a los que pertenezco, un video terrible de otro presunto asaltante que una turba enardecida logra capturar, golpear, echar gasolina y prender fuego aun estando vivo. Espeluznante.

Después de compartir ambos casos, podremos hacernos una serie de preguntas: ¿tenían estas personas necesidad de cometer estos actos?, ¿fue por voluntad propia?, ¿las circunstancias los obligaron?, ¿de origen ya tienen una conducta antisocial o algún tipo de trastorno que los orille a actuar de esta manera?, ¿tuvieron algún tipo de presión social, laboral, económica o familiar para actuar como lo hicieron?

Las preguntas anteriores podrán referirse a las causas. Pocas veces revisamos los efectos y consecuencias. Me limitaré a reflexionar muy brevemente sobre ellos.

Ya Benito Juárez en su momento pronunció otra frase lapidaria que desafortunadamente mantiene una triste dosis de actualidad: “¿Por qué México, mi país, es tan extraño que está formado, a mitad y mitad, de una fuente inagotable de ternura y de un pozo profundo de bestialidad?” En su época la ley y el orden brillaban por su ausencia. Hoy parece que seguimos padeciendo la misma realidad.

Por otra parte, sin ser experto analista de la historia, considero que es importante acudir a ella para entender lo que somos. Ya nuestras instituciones coloniales trataban de manera distinta (peninsulares e indianos) a quienes, de inicio, deberíamos ser “iguales” ante la Ley. Hoy esta diferencia y trato, parece subsistir.

Regresando a nuestros ejemplos, mientras a uno se le trata con todas las comodidades y privilegios para enfrentar los delitos de los que se le acusa desde un hospital; al otro seguramente se le aplicará todo el rigor de la Ley, después de la “calentadita” previamente aplicada por quienes se sintieron agredidos de inicio.

¿Cómo pretendemos tener un país justo y equitativo, si las instituciones del Estado en los hechos tratan de manera distinta a dos delincuentes que infringieron la Ley, por el solo hecho de su ascendencia?

Seguramente es muy aventurada formular esta pregunta, y más aún, afirmarla; sin embargo, la actuación de la justicia en nuestro país parece en muchas ocasiones dar a entender que tiene un trato distinto para los delincuentes que cometieron un delito, simplemente por su origen.

En caso de ser así, la desafortunada frase “A mis amigos: justicia y gracia; a mis enemigos: justicia a secas”, atribuida también a Benito Juárez, mantiene una funesta vigencia.

Ante esta coyuntura aparentemente “adversa” que hoy estamos viviendo, es importante reflexionemos sobre el tipo de sociedad y país que queremos, ya no para nuestros hijos, para nosotros y los años por venir.

En vísperas de que inicie el periodo electoral 2021 en nuestro Estado, sería interesante que los actores políticos que desean participar en la contienda para acceder a un puesto de elección popular, nos den a conocer posturas y propuestas congruentes y acordes a nuestra realidad –ya sea como plataforma política, o política pública- sobre este tema que hoy por hoy sigue preocupando, más no ocupando: el ejercicio de la Ley y la aplicación de justicia.

¿Será momento de repensar que queremos ser como nación, a que aspiramos como sociedad, transformar la relación que deseamos entre gobernantes y gobernados?

¿Corresponderá a esta generación transitar de la infancia o adolescencia social a la madurez, y asumir de una vez por todas que tenemos derechos, pero también responsabilidades?

Es deseable esperar que se asuma como un compromiso de todos porque así sea. De gobernantes y gobernados.

El Emperador Alejandro Magno dijo: “De la realización de cada uno, depende el destino de todos”

jmanuelrmoreno@gmail.com