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La cuestión moral de los combustibles fósiles

Por Luis González Lozano

Mayo 28, 2022 03:00 a.m.

Soy un convencido de que debemos escuchar todas las opiniones para debatir adecuadamente las ideas.

¿Y si todo lo que pensamos sobre los combustibles fósiles está equivocado? Alex Epstein en su libro “La cuestión moral de los combustibles fósiles” responde que durante décadas, hemos oído una y otra vez que utilizar combustibles fósiles es una adicción autodestructiva que acabará con nuestro planeta. Pero, al mismo tiempo, según todos los datos sobre bienestar humano, éste no ha dejado de mejorar. ¿Cómo es posible? Lo que ocurre, es que solemos escuchar sólo una versión de la historia. Nos describen la parte negativa de los combustibles fósiles, sus riesgos y efectos colaterales, pero no la positiva: su capacidad única para ofrecer energía barata y fiable a un mundo donde habitan 7.000 millones de personas. Este hecho, la posibilidad del acceso universal a una energía asequible y funcional, tiene implicaciones morales en las que rara vez pensamos. Porque la energía permite mejorar todos los aspectos de la vida.

Basándose en las últimas investigaciones, y con un brillante despliegue de ideas originales y rompedoras, Epstein desnuda todos los mitos que, interesadamente, rodean a los combustibles fósiles. Y afirma que, pese su demonización, estos no sólo deben usarse, sino defenderse y considerarse una herramienta para transformar y mejorar nuestras vidas.

Alex Epstein es experto en energía y fundador del Center for Industrial Progress, un think thank que pretende llevar a cabo una nueva revolución industrial, y autor de la web EnergyTalkingPoints.com, donde plantea una filosofía medioambiental alternativa a la dominante en Estados Unidos, contraria a la contaminación, pero favorable al desarrollo. Es, asimismo, cofundador de la comunidad Thoughtful y un conferenciante habitual en los campus universitarios. 

El planteamiento es tan sencillo que en condiciones normales sería casi absurdo que hubiera que escribir un libro para recordarlo: a la hora de hacer una valoración sobre algo (en este caso, los combustibles fósiles) debemos tener en cuenta tanto lo que aportan como sus consecuencias negativas. 

Así, Epstein comienza con el dato básico: “El 87% de la energía que la humanidad utiliza cada segundo proviene de la ignición de carbón, petróleo o gas natural”.

Epstein no rehúye el otro lado de la ecuación. Los combustibles fósiles tienen un problema de contaminación (menor al que se suele argüir, según él), de dependencia de los países con más reservas, relacionados con su efecto en el clima, etc. La clave es hacer la cuenta “beneficios vs perjuicios” (no prejuicios, como suele ser habitual). Sólo desde un absoluto desprecio al ser humano, desde esas posiciones que nos demonizan como especie y consideran que nuestro contacto con la naturaleza la ensucia, se puede pensar que la parte negativa es mayor que la positiva.

Señala que demonizar el petróleo, el carbón o el gas es lo mismo que decir que no te gusta que la esperanza de vida haya pasado de menos de 40 a los más de 80 que ahora vemos en multitud de países del primer mundo o que no te parece positivo que el número de habitantes en el planeta se haya disparado a lo largo del siglo XX. 

Dice que no habríamos podido, de ninguna manera, alcanzar esas cifras sin combustibles fósiles. Y, lo que quizás sea más importante, no podríamos ¡¡de ninguna manera!! mantenerlas o mejorarlas sin ellos. Quizás en el futuro lo consigamos (habría que ver a qué costo y si merece la pena), pero ahora es imposible. Si queremos vivir más y mejor, tiremos de petróleo y carbón. Y un recordatorio doble: (i) el desarrollo de las fuentes de energía renovable que sustituirán a los combustibles fósiles saldrá de laboratorios y plantas de investigación que estén usando electricidad fósil para trabajar; (ii) esas alternativas también tienen su lado negativo, desde los minerales necesarios para las baterías al impacto en el paisaje o en la fauna de los lugares donde se instalan.

Precisa que en 2022, erradicar o reducir en grandes cantidades el consumo de carbón, petróleo y gas no sólo nos llevaría a una catástrofe económica, a una recesión que ríanse ustedes de la Gran Depresión de 1929. Además, provocaría la muerte de cientos de millones de personas a través del descenso generalizado y brutal de la esperanza de vida, especialmente en los países menos desarrollados. El petróleo y el carbón (también la nuclear) pueden ser sucios y poco glamurosos, te ensucian las manos y quedan feos en cámara; pero cada año salvan millones de vidas y hacen mejores las de todos los habitantes del planeta.

También indica que el cambio climático y el calentamiento global pueden ser un motivo de preocupación para aquellos que creen que los efectos negativos de que suban las temperaturas en 2-3 grados respecto a la era preindustrial (1.5 – 1.8 más que hoy) superan a los positivos. Pero dice no son una emergencia.

Epstein se plantea qué criterios seguimos para decir que algo es bueno o malo, maravilloso o catastrófico, correcto o incorrecto. Y define su estándar de valor: “la vida humana” y lo que hace que ésta sea mejor y más duradera; incluido por supuesto, el cuidado del medio ambiente como entorno en el que vive ese ser humano (es nuestro hogar) y que nos proporciona los medios de subsistencia. Infiere que a nadie nos interesa la utilidad de una especie animal o un río determinado para la humanidad.

No coincido con su postura, pero todas las voces deben ser escuchadas y consideradas.

Delírium trémens.- Puede existir un tema “ambiental - ordenamiento territorial” que impediría la municipalización de Villa de Pozos.

@luisglozano