La equidad
Voy a emplear como ejemplo el reciente episodio de las declaraciones del Presidente de la República a propósito del pronunciamiento del Instituto Nacional Electoral sobre la transmisión de las conferencias de prensa –las denominadas mañaneras- durante el proceso electoral. Hay quien se entusiasma en ver una disputa de poder entre actores relevantes del sistema político. Yo quisiera referirme más bien al principio de la equidad en la contienda electoral y la manera en que este episodio ilustra un problema que no terminamos de resolver.
En México, la Constitución establece que las elecciones deben conducirse en apego al principio de equidad, que no es otra cosa más que la situación en donde se proporcionan las mismas oportunidades y se aplican las mismas leyes a los partidos políticos y candidatas(os) sin tergiversar la fuerza de los competidores ni la voluntad del electorado. Las definiciones elementales señalan que todos los competidores electorales deben ser tratados igualitariamente.
En México esto cobra sentido por la trayectoria que hemos recorrido desde años atrás. Venimos de un tiempo en el que existían posiciones ventajosas en favor de ciertos competidores electorales que se manifestaban en asimetrías: reglas, recursos, posiciones. La mera celebración de elecciones no implica o da por sentado que existan condiciones que garanticen la competitividad: es la equidad la que permite establecer esas condiciones.
Este tiempo del que venimos, se caracterizaba por la existencia de ciertas condiciones –o reglas del juego- que beneficiaban preponderantemente al partido del régimen (así lo calificaba José Woldenberg hace algunos años). Entonces las reformas electorales, entre otras muchas cosas, se concentraron en establecer condiciones que permitieran una competencia con una cierta igualdad de circunstancias.
Sí. Cierta igualdad. Esto es así porque en México existe un modelo de proporcionalidad en ciertas condiciones, como por ejemplo las denominadas prerrogativas a las que tiene acceso los partidos políticos, como lo son el acceso a los espacios de radio y televisión y el financiamiento público. Bien nos haría explicar en qué consisten las diferencias –prometo que lo hago de forma detallada en una próxima entrega-, pero en principio hay que establecer que los partidos políticos reciben recursos de manera proporcional a los resultados electorales que obtienen. Esto del dinero no es un asunto menor, ya que incide pero no determina los resultados electorales. Hemos visto casos por todos lados en donde un partido o una candidatura obtiene buenos resultados con menor financiamiento. Pero el tema es contar con una base de equilibrio donde el dinero o la ausencia de, sea determinante para perder una elección. Mucho debate ahí.
Lo otro es el acceso a los recursos del Estado para posicionar a un partido político. Los motivos por los cuales el INE ha promovido un acuerdo que busque regular la divulgación de mensajes que puedan establecer ventajas tiene que ver con la equidad. Insisto, tiene que ver con nuestra historia y nuestro contexto. Pero no es así en toda elección o democracia. ¿Recuerda Usted alguno de los eventos públicos del candidato/presidente Donald Trump donde empleaba todos los recursos del Estado para promover su candidatura e imagen? Allá no existe el mismo tipo de regulaciones o limitantes como acá, pero también hay que señalar que tienen completamente normalizada la figura de la reelección. Esa que apenas estamos desarrollando nosotros.
Insisto en que no debemos irnos con el timo del conflicto entre actores. Sino preguntarnos sobre las condiciones de equidad. En México lo necesitamos, y debemos comprometernos con ello.
Twitter. @marcoivanvargas