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La representación simbólica

Por Marco Iván Vargas Cuéllar

Febrero 02, 2023 03:00 a.m.

A

¿Cuál es el significado de la noción de “gobernar bien” en una sociedad que se caracteriza por la complejidad de sus problemas, por la diversidad del pensamiento, por la desigualdad, y por un creciente escepticismo sobre la eficacia de las instituciones?.

Puedo entender que la política en su formato actual presenta andamiajes ideológicos -o acaso un puñado de frases plausibles- que buscan que las personas se vinculen con su oferta. Nadie vende pan frío. En otro momento hemos hablado ya de la calidad del debate público y la diferencia significativa que existe entre el discurso político, el discurso proselitista y el programa de gobierno. Existen también diferencias significativas entre lo que planea un gobierno, lo que en realidad ejecuta, y la forma en la que lo percibe la población.

Es un problema de políticas públicas -como disciplina-, es un problema de entender con claridad lo que significa gobernar, ahí, en un contexto social en donde la complejidad que ha sido ampliamente descrita por distintas ciencias, parece ir bastante más allá que aquello que ofrecen los actores políticos como soluciones para nuestros problemas.

El problema viene cuando se privilegia a la política como una actividad simbólica y se descuida el fondo, que es atender situaciones y resolver problemas. “Afirmar que se está haciendo algo, hacer como que se hace y no emprender acciones sustantivas ante la realidad es, desde luego, una característica humana tanto individual como grupal” advierte Erving Goffman; Ken Young y Charlie Mason presentan a este problema con la siguiente afirmación: “hace tiempo que los ciudadanos inteligentes se han percatado de que gran parte de la actividad gubernamental es más simbólica que sustantiva”.

No estamos diciendo que la comunicación política y la propaganda gubernamental no sean importantes. Como problema democrático, me preocupa que la comunicación que los gobiernos establecen con su ciudadanía está más caracterizada por la preocupación de construir una representación simbólica de la eficacia gubernamental, que un interés genuino por reconocer los problemas públicos, entenderlos y atenderlos desde sus causas y manifestaciones. Recuerdo con tristeza el tiroteo en el Colegio Americano de Monterrey, un hecho violento ocurrido en el mes de enero de 2017, cuando un estudiante de secundaria de 15 años disparó a su profesora y a sus compañeros mientras estaban en el salón de clases. ¿Cuál fue la respuesta gubernamental ante esos hechos? ¿qué fue lo que se hizo y qué fue lo que se resolvió? ¿será que se ha disipado el riesgo de que se repita un nuevo episodio de violencia en los centros escolares y que por tanto haya disminuido la demanda de acciones gubernamentales sustantivas frente a ese problema? ¿ o se trata más bien, una vez más, de un problema que, aunque se encuentra latente, ya no es atendido porque ha sido sustituido por otros temas, o porque no existe una demanda mayoritaria y exigente por parte de la ciudadanía para que se atienda y se resuelva?.

La representación simbólica de la eficacia gubernamental es un problema democrático cuando se privilegia a la política como forma y se deteriora la calidad de la comprensión pública de lo que significa gobernar. Me preocupa que la discusión pública esté más centrada en lo que dicen los gobiernos, que en la valoración de lo que realmente hacen. ¿Cuáles serán entonces las motivaciones y los razonamientos que harán que una persona decida reelegir a un gobernante u optar por otra alternativa política?. Más allá ¿qué es lo que va a llevar a la ciudadanía a las urnas?.

Hacer campaña y hacer política son cosas distintas, así como administrar es una cosa y gobernar otra distinta; vivimos en un momento de la historia en el que la sociedad se ha dado a sí misma estados del conocimiento para intentar comprender lo que le rodea. Los fenómenos de lo público, los problemas de la sociedad y las eventuales respuestas gubernamentales a estos problemas, también pueden ser objeto de un análisis disciplinado que nos permite entender mejor -mire usted qué promesa- la manera en la que se pueden resolver los problemas públicos.

Soy de la idea que desde la ciudadanía es posible elevar el nivel de exigencia sobre el desempeño gubernamental en la medida en la que se mejora la comprensión pública de lo que significa un buen gobierno. La clave de este asunto, el verdadero desafío radica en que esta comprensión pública tiene que partir de conceptos sencillos y no por ello simplones o falaces. 

Twitter. @marcoivanvargas