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La soberanía

Por Miguel Ángel Hernández Calvillo

Abril 29, 2025 03:00 a.m.

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Hace ya varios años, cuando el sexenio salinista (de Carlos Salinas de Gortari) se encaminaba a un cierre pretendidamente “espectacular” con la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, así como con el sueño del exmandatario de llegar a presidir la Organización Mundial de Comercio, de pronto todo se vino abajo. 1994, el último año del mandato de Salinas, marcaría el fin de un sueño “modernizador” que, hasta en lo ideológico, abominaba del nacionalismo y promovía un “liberalismo social” que no era más que un claro ejemplo de acomodaticia política de élites gobernantes que, más temprano que tarde, se rasgarían las vestiduras (disputa Salinas-Zedillo) ante el fracaso que terminaría por acelerar el fin de un viejo régimen político.

Más allá de las precondiciones y precipitantes de diverso grado político, económico y social que derivaron en una crisis de gobernabilidad mayúscula en nuestro país, el maestro Luis González Souza se preguntaba, en ese entonces, si parte del problema tenía que ver con lo que denominaba como “soberanía herida”, como un declive crítico de la capacidad de autogobernarnos y terminar completamente subordinados a los intereses económicos y políticos de los grandes capitales asociados con el gobierno estadounidense. Precisamente, cuando se alardeaba de grandes reformas económicas, resultaba que hasta los diseños de política económica para el país terminaría en manos de organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Esa era, de alguna manera, una forma de medir el grado de soberanía alcanzado, sugería González Souza, más allá de la visión lógica que se reclama como el derecho de ejercer el autogobierno, no de manera abstracta, sino en medio de diversas circunstancias que posibilitan su concreción histórica. Después de Salinas vendría la disputa política con Zedillo para repartir culpas por la debacle económica derivada del “error de diciembre” de 1994. Con Zedillo se llegaría al extremo de hipotecar la factura petrolera a cambio de un endeudamiento con el gobierno estadounidense para afrontar la crisis económica, luego de que Salinas decidiera privatizar todo lo privatizable, incluidas las fuentes internas de financiamiento (la mayor parte de las instituciones bancarias) que, luego, a consecuencia de la crisis desatada por ese par de… exmandatarios (Salinas y Zedillo), se resolvió rescatar con cargo a varias generaciones de mexicanos mediante el famoso Fobaproa. ¿De qué soberanía hablaban los gobiernos de Salinas y Zedillo?

Pero con Fox, Calderón y Peña Nieto no fue diferente la cosa; incluso se agravó la subordinación a extremos patéticos como en el caso del “comes y te vas” de Fox a Fidel Castro en una Cumbre Iberoamericana, celebrada en México, para no molestar al entonces presidente gringo George Bush. En fin, sería muy extendido referirse a tantas muestras de sumisión de los expresidentes mexicanos del período neoliberal, pero lo que interesa destacar es que, siguiendo al maestro González Souza, es posible hacer una cierta medición no cuantitativa, sino más bien comparativa en términos de calidad, de la capacidad para ejercer el derecho de soberanía (más allá incluso de sus implicancias jurídicas, como valor de expresión de dignidad nacional) que ahora tiene y da muestra el gobierno mexicano de la transformación al marcarle un alto a las desaforadas pretensiones del gobierno estadounidense, de manera respetuosa y prudente pero firme, apelando a un acompañamiento y aprobación del pueblo que antes no se podía presumir y que, pone el acento en la relación estrecha entre soberanía y democracia, en la democracia como presupuesto para el ejercicio de la soberanía. Del lado gringo, se podría confundir soberanía con avasallamiento, pero no es lo mismo y hasta contraproducente para ese gobierno.

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