La soledad y el populismo
Pasan las semanas y nuestros analistas siguen culpando a la desinformación del electorado, a la elección de estado, a los programas sociales, al coco y a no sé quién más por el devastador fracaso de la oposición. Lo grave es que los partidos políticos tienen una lectura igual de simplista y pobre. Uno esperaría mayor sofisticación de lo que queda de la clase política opositora, dado que, a diferencia de los intelectuales, supuestamente los políticos sí tienen contacto con la calle y la gente de a pie. Es evidente que no. El PRI y el PAN están metidos en un proceso sucesorio a cuál más ininteligible e irrelevante para la gran mayoría de la sociedad, pero siguen sin ponerse a trabajar en un diagnóstico autocrítico serio y profundo de lo sucedido en la elección pasada. En el resto del mundo sí se han desarrollado explicaciones más inteligentes para entender el crecimiento electoral del populismo.
Hace cuatro años escribí en estas mismas páginas sobre la aparición del libro "The Lonely Century: Coming Together in a World That's Pulling Apart" (ya hay traducción al español) de Noreena Hertz. La autora describió su investigación como "un estudio de la relación entre la sensación de soledad y las urnas." Citando a Hannah Arendt, Hertz sugiere que hay un vínculo entre la falta de interacciones sociales y la tendencia a asumir ideologías intolerantes mientras éstas provean una sensación de pertenencia a algo más grande. En el libro de Hertz se exponía que uno de cada cuatro adultos entre 18 y 29 años ha experimentado soledad excesiva en los últimos años, mientras que uno de cada ocho dijo no tener ningún amigo. En Estados Unidos, tres de cada cinco encuestados se sienten solos. En Alemania, 2/3 de los ciudadanos consideran la soledad uno de los problemas más graves del país. Los individuos de las encuestas citadas por Hertz se dijeron hartos de la ideología liberal que ve a los individuos como competidores permanentes y no como colaboradores en aras de algún bien común. No nada más se sienten solos, sino que consideran que al resto del país y a sus políticos, su sensación de soledad no les importa. Incluso se quejan de que a sus jefes en el trabajo no les interese saber nada de la vida personal de los trabajadores
En el caso de Francia, Hertz tiene datos para sustentar la correlación entre individuos que se sienten solos y el crecimiento electoral de la extrema derecha de Le Pen. También hay datos sobre el número de amigos, conocidos y horas de convivencia social a la semana que tienen los votantes de Trump. Por eso la insistencia de figuras como Le Pen o Trump en que ellos protegen a los olvidados y los abandonados. Quien se siente solo, considera que el mundo exterior es peligroso, por eso el populismo aprovecha para pintar todo lo que viene del extranjero como una amenaza, ya sea el libre comercio, las costumbres y comida de otros países, o los migrantes.
Me gustaría que este libro tuviera más lectores en México, para ver si alguien se toma la molestia de buscar los datos y hacer el estudio del impacto de la soledad sobre el ascenso del populismo mexicano. La soledad, dice Hertz, impacta la salud física, mental y la riqueza material de las personas, pero, sobre todo, daña el tejido social y deteriora la calidad de la democracia. De confirmarse la validez de esta interpretación para México, los partidos de oposición podrían tomar esto como punto de partida para entender mejor su derrota (no tenían nada que ofrecer a quienes se sienten solos) y para pensar en sus estrategias de campaña a futuro: proveer de un sentido de pertenencia y propósito a los olvidados por la comunidad, a quienes están solos.
(Analista)
@avila_raudel
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