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Las encuestas como propaganda

Por Marco Iván Vargas Cuéllar

Agosto 24, 2023 03:00 a.m.

A

Hay algo que no entiendo -dije-. Tengo los resultados de dos encuestas de preferencias electorales realizadas por empresas de prestigio nacional. Cada una de ellas refleja preferencias muy distintas. En la primera encuesta se muestran preferencias marcadas por el candidato A y en otra se muestra un amplio margen en favor del candidato B. No creo que sea un error de muestreo o de levantamiento de la encuesta. ¿Qué puede significar? -pregunté-. Pues que una está pagada y la otra no -contestó mi interlocutor-. Esta conversación la tuve hace algunos años con un expresidente del Instituto Federal Electoral mientras tomábamos café.

Las encuestas electorales tienen un efecto significativo en el ánimo de las personas electoras y en la manera en que perciben el proceso electoral en general. Esto lo saben las/os estrategas de campañas electorales, propaganda y comunicación política. La encuesta no solo es un recurso de información y conocimiento, desde hace años se ha convertido en una herramienta de propaganda política.

Como recurso de información, la encuesta de preferencias electorales -bien realizada- permite tomar decisiones estratégicas en función de los objetivos de una campaña. No solo se trata de obtener una cifra global de preferencias expresadas en términos de porcentajes. La riqueza de la información se encuentra en los detalles. Las preferencias diferenciadas de acuerdo a la segmentación de las personas (por grupos de edad, situación económica, grado de escolaridad, ubicación geográfica, entre otros) que respondieron y las posibles inferencias que puedan obtenerse a partir de sus respuestas.

Con esta información, los partidos políticos, personas candidatas y sus equipos de campaña pueden realizar ajustes en sus estrategias proselitistas. Esto lo veremos dentro de unos meses cuando comiencen las campañas proselitistas en todo el país y en nuestra entidad. 

Pero hoy quiero referirme más bien al uso propagandístico de las encuestas electorales y el intento de manipulación del ánimo de las personas, incluso en esta etapa -muy muy previa- a las campañas proselitistas.

De entre de los aspectos elementales del uso propagandístico de las encuestas -serias o no-, podría destacar los siguientes: Primero, influencia en la percepción pública. Las encuestas electorales pueden influir en cómo los votantes perciben a los candidatos y partidos políticos. Si una encuesta muestra a un candidato con una ventaja considerable, esto puede influir en la percepción de que ese candidato es más popular o tiene más posibilidades de ganar, lo que puede atraer a más votantes hacia ese candidato, lo que se llama “efecto bandwagon”, es decir, que se refiere a la tendencia de las personas a apoyar al candidato que parece estar ganando en las encuestas. Por otro lado, también existe un “efecto underdog” que se da cuando los votantes se sienten inclinados a apoyar a un candidato que está rezagado en las encuestas, en un esfuerzo por respaldar al “perdedor”. 

Segundo, la movilización de votantes. Los equipos de campaña suelen emplear las encuestas para movilizar a los votantes al resaltar la importancia de votar para asegurar que su candidato preferido gane. Si una encuesta muestra una carrera reñida, puede motivar a los votantes a participar para asegurarse de que su elección prevalezca. Por otro lado, existe también la desmovilización: si una encuesta muestra a un candidato con una ventaja abrumadora, algunos votantes podrían sentir que su voto no importa y optar por no votar, lo que resulta en una menor participación electoral.

Es importante considerar algunas situaciones de contexto. Por una parte, que la difusión de encuestas resulta muy atractiva para el público elector y, por tanto, para los medios de comunicación -tradicionales o no- que pueden difundir estos resultados para mantener un vínculo con la audiencia. Algo similar ocurre con la distribución rápida a través de redes sociales -la llamada viralización-. Una gráfica de resultados -insisto, reales o no- es un contenido atractivo y compartible, es decir, que su contenido puede generar respuestas emocionales en las personas y, por tanto, suelen ser compartidas con rapidez. Hay que considerar también que las redes sociales están diseñadas para facilitar la compartición de contenido. Los botones de “compartir”, “retuitear”, “compartir en Facebook”, entre otros, permiten que los usuarios difundan rápidamente el contenido político entre sus seguidores.

La publicación de resultados de encuestas suele tener efectos al influir en cómo los votantes eligen a quién apoyar. Cuando son bien realizadas, pueden representar una fotografía de la realidad en un tiempo concreto; sin embargo, prevalece la noción errónea de que las encuestas son pronósticos y esa es la razón por la que hay cierto éxito en la manipulación del ánimo de las personas electoras. 

Es deshonestidad política impune.

X (antes twitter): @marcoivanvargas