Las muchas horas de junio
Hoy toca ir a votar y por la noche esperar el recuento, el fluir de los conteos distritales, municipales, estatales y federales. Hoy se acaban tantos dimes y diretes y empiezan otros. Con la votación no se acaba el periodo electoral (para unos es eterno; para otros, permanente) pero ya habrá otras formas de dialogar (o no) con nuestros (as) compatriotas.
Además de la Presidencia de la República, en San Luis Potosí se elegirán tres senadurías, siete diputaciones federales, 27 diputaciones locales, 58 presidencias municipales, 64 sindicaturas y 387 regidurías
Han sido unas campañas larguísimas, algunas de un trienio o más con intromisiones y silencios, golpes debajo de la mesa, imágenes terribles y debates o insultos. Ha habido algunas propuestas interesantes pero también muertes y amenazas, o fingimiento en la paridad de género. Como con la pandemia o los sismos, deberíamos aprender algo. Es casi seguro que no lo haremos (o harán, mejor dicho).
Por la noche de hoy habrá declaraciones, mesas de análisis, acusaciones y festejos. No habrá todavía, como dicen algunos, nueva(o) presidenta(e), ni siquiera en calidad de electa(o). Empieza otra fase del proceso. Los consejos electorales sesionarán a partir del miércoles 5 para hacer el cómputo de votos, y según las impugnaciones o recuentos que haya la constancia puede darse entre julio y septiembre. Quien gane la Presidencia asumirá el cargo el primero de octubre.
Pero bueno. Este mes también es venturoso para quienes gustamos de la lectura, y supongo que mucho de mi lectorado (de quienes me leen, pues) también son bibliófilos (cuando no bibliópatas).
Mañana, 3 de junio, se cumplen cien años de la muerte de Franz Kafka, un personaje complejo nacido en Praga que creó a su vez otros personajes complejos en sus relatos. El más conocido es Gregorio Samsa, ese agente de ventas que una mañana, luego de una noche intranquila, “se despertó convertido en un monstruoso insecto”. En La metamorfosis (Die Verwandlung, que dicen debería traducirse como La transformación) el hombre que despierta un día cualquiera con caparazón y muchas patas debe enfrentar su vida y lo hace, digamos, tranquilamente; no así su familia.
Otras obras suyas son El proceso (sobre los absurdos de la burocracia), El castillo, sus Cartas al padre y digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta...”) y sus Cartas a Milena. Recomendables también son sus cuentos, geniales, como “Un artista del hambre” e “Informe para una academia”.
También en junio son los aniversarios de nacimiento de los escritores Manuel José Basilio Othón Vargas y Ramón Modesto López Velarde Berumen, tan importantes nuestra región (y entrañables para quien esto escribe). El 14 de junio de 1858 nació Manuel en San Luis Potosí, SLP, y el 15 de junio nació Ramón en Jerez de García, Zacatecas. Si bien los poemas más conocidos son respectivamente Idilio salvaje y La suave patria, aún hay mucho que leerles a estos autores del siglo XX.
Othón, ahí sí, poeta “icónico” de San Luis Potosí, murió joven (48 apenas), avejentado. Buscó en otros lares (Guadalajara, Ciudad de México) lo que no halló en su tierra. Como primeros versos de “Voz interior” escribió: “En las noches tediosas y sombrías / buscan su nido en mi cerebro enfermo, / plegando el ala ensangrentada y rota, / mis antiguos recuerdos”.
López Velarde, fallecido a los 33, le cantó a Fuensanta y a su prima, a sus calles y al diapasón del corazón. Tiene un poema, por ejemplo, al perro de san Roque: “¡Oh, Rabí, si te dignas, bien está que me encauces; / como el can de San Roque, ha estado mi apetito / con la vista en el cielo y la antorcha en las fauces!”
Junio, en fin, tiene mucho por qué cantarle, como lo hicieron el tabasqueño Carlos Pellicer (1897-1977) o el español Claudio Rodríguez (1934-1999). De este último va un fragmento de poema:
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
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