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Veranos calientes por dos vías

Por Alfonso Lastras Martínez

Junio 02, 2024 03:00 a.m.

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Es posible que Roma haya sido la primera ciudad en la historia en alcanzar un millón de habitantes, hace unos dos mil años. Hoy en día, siguieron su ejemplo cerca de quinientas ciudades, que suman un cuarto de la población del mundo, y que superan esta población. Vivir en una ciudad tiene ventajas, y es por eso que las ciudades nacieron y crecieron, en algunos casos de manera desmesurada. Al mismo tiempo, sin embargo, la vida urbana tiene desventajas.

En este sentido, consideremos que la infraestructura de una ciudad incluye estructuras artificiales de concreto u otros materiales que han desplazado a elementos naturales como árboles o estanques de agua Estos nuevos elementos interactúan con la radiación solar de manera diferente a como lo hacía con la vegetación o los cuerpos de agua originales, alterando el medio ambiente y contribuyendo al llamado efecto de isla de calor. 

¿Cómo puede un árbol mitigar el calor? Una respuesta obvia es bloqueando los rayos del sol y haciendo sombra. Hay respuestas menos obvias, sin embargo.  Así, mientras que las hojas de los árboles reflejan hacia el cielo una cierta parte de la radiación solar incidente, una estructura de concreto puede absorber dicha radiación contribuyendo a un incremento en la temperatura ambiental. De la misma manera, los árboles evaporan al medio ambiente agua que toman del suelo y para esto absorben calor del medio ambiente, lo que produce un efecto refrigerante. Al reemplazar a la vegetación con concreto se pierde este efecto con el consecuente incremento de la temperatura ambiental.

Al igual que la vegetación, los cuerpos de agua absorben la radiación solar incidente y contribuyen a disminuir la temperatura en sus inmediaciones. De manera adicional, y al igual que la evaporación de agua en las hojas de las plantas produce una disminución de temperatura, la evaporación de agua de los cuerpos produce un efecto refrigerante.

Así, se podrían identificar tres culpables de la ola de calor que estamos padeciendo: el cambio climático causado por la emisión de gases de invernadero a la atmósfera, el fenómeno de El Niño, que afortunadamente se disiparía en los próximos meses, y el proceso de urbanización que destruye el medio ambiente natural y produce el efecto de isla de calor. 

Para mitigar este último efecto, los especialistas consideran el despliegue de una infraestructura urbana verde y azul, que llaman GBGI, por sus siglas en inglés, que de alguna manera sustituya a los elementos perdidos por la urbanización. La infraestructura verde comprende elementos basados en la vegetación, como árboles, césped y setos, mientras que la infraestructura azul comprende cuerpos de agua como estanques, lagos y ríos. Estas dos infraestructuras estarían complementadas por una infraestructura gris que incluye muros, fachadas y techos cubiertos con plantas. 

Dada la diversidad de regiones geográficas con climas particulares, la infraestructura GBGI óptima depende del clima considerado. En un artículo publicado el pasado mes de marzo en la revista “The Innovation”, se discute el uso de infraestructura GBGI para mitigar el calor urbano en cuatro climas: tropical, seco, templado y continental. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Prashant Kumar de “University of Surrey”, Reino Unido. 

Entre los elementos que han sido efectivos para mitigar el calor urbano en diferentes climas, Kumar y colaboradores citan a: jardines de techo, setos, árboles en las calles, jardines botánicos, humedales, bosques, paredes recubiertas de vegetación y campos de golf. Según Kumar y colaboradores, los jardines de techo y las pérgolas han sido las infraestructuras más exitosas para mitigar el calentamiento urbano en Japón y Corea del Sur. En ciudades chinas, tuvieron éxito los jardines botánicos, los humedales, las paredes con vegetación y los estanques.    

En su artículo, Kumar y colaboradores llegan a conclusiones basados en una revisión de más de 200 artículos sobre intervenciones con infraestructura GBGI a lo largo del planeta, llevadas a cabo para mitigar el calentamiento urbano. Afirman que la información que presentan puede servir para fijar políticas de combate a dicho calentamiento. Consideran incluso los probables cambios climáticos que se darán en el futuro por efecto del calentamiento global. 

Al margen de la información detallada presentada por Kumar y colaboradores, y dado que el problema de calentamiento urbano se originó por la destrucción de un medio ambiente natural y la construcción en su lugar de uno artificial, no es difícil entender que la solución del problema pasa por tratar de restaurar el medio ambiente original en la medida de lo posible. De otra manera, seguiremos teniendo veranos calientes por dos vías: el calentamiento global y el calentamiento urbano.