Lectura indecente

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Los novios salieron de la iglesia donde acababan de casarse. Ante el asombro general la novia fue hacia uno de los invitados y dándole la espalda se levantó el vestido en tal manera que dejó a la vista del sujeto su exuberante nalgatorio. Tras hacer eso volvió a donde estaba su flamante maridito y le explicó: “Ese pendejo fue mi novio antes que tú. Sólo quise que viera de lo que se perdió”… “Más vale pájaro en mano.”. En el curso de la cena don Sinople iba a usar ese proverbio, pero doña Panoplia, su esposa, lo detuvo: “Procacidades en la mesa no”… La señorita Peripalda, catequista, le contó a su amiga: “Compré una novela pensando que era lectura de piedad, porque se llama ‘El cielo en la tierra’, pero me equivoqué. Jamás en mi vida había posado los ojos en un libro tan inmoral. Bastó leer sus primeras páginas, de 800 que tiene, para darme cuenta de que la tal novela es una sarta de obscenidades, indecencias, groserías, torpezas y deshonestidades, y que sólo trata de cosas de libídine, lascivia, sensualidad, lujuria y voluptuosidad. Afortunadamente ya la estoy terminando”… El hijo mayor de don Chinguetas le preguntó: “¿Qué me aconsejas que haga para casarme bien?”. Replicó don Chinguetas: “Pregúntale a tu madre. Ella se casó mejor que yo”... ¡Pobre de Cornulio! Llegó a su domicilio cuando no se le esperaba y sorprendió a su mujer en brazos del vecino del 14. “¿Conque durmiendo con mi esposa? -le dijo hecho una furia al individuo-. ¡Pues en venganza yo iré a dormir con la de usted!”. “Vaya -lo autorizó el sujeto-. Con ella sí se duerme”... Papá Conejo le dijo con orgullo a Mamá Coneja: “Nuestro hijo ya sabe multiplicar”. Mamá Coneja se alegró: “¡Qué bueno! Le servirá saber algo de matemáticas”. Precisó Papá Conejo: “Nadie habló de matemáticas”... Don Algón le comentó a su socio: “Mi nueva secretaria me salió muy mala”. “¡Qué suerte tienes, canalla! -dijo el socio-. La mía es retebuena”… Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. El otro día relató en el bar una pesadilla que había tenido. “Soñé a mi suegra cabalgando a lomos de un dragón. Piel verde y escamosa, garras afiladas, ojos de furia. Y no me pidan que les describa al dragón”... Don Geroncio, señor de edad madura, fue acusado por la joven sirvienta de su casa de haber abusado de ella. (De la sirvienta, no de la casa). Afortunadamente el abogado defensor de don Geroncio pudo probar su inocencia: demostró fehacientemente que la evidencia en que se basaba la acusación no se sostenía. El magistrado de justicia de cierto país fue invitado a visitar otro remoto. Cuando le mostraron las instalaciones judiciales se sorprendió al ver en una sala, sobre una mesa, una guillotina pequeñita, de apenas unos 20 centímetros de altura. Su guía le explicó: “Es que aquí no decapitamos a los violadores”… El changuito del zoológico estaba muy enojado. Se quejó: “Me llevaron con el veterinario del elefante. Lo supe por el tamaño del termómetro rectal”… «¡Qué equivocada estuvo la Revolución Francesa!». La amiga de Susiflor se sorprendió al oírla decir eso, pues la linda chica jamás había mostrado interés por cuestiones históricas. Le preguntó: “¿Por qué dices que la Revolución Francesa se equivocó?”. Explicó Susiflor: “Dijo que todos los hombres son iguales. Este fin de semana lo pasé en una playa nudista, y me di cuenta de que unos hombres son iguales, otros igualotes y algunos igualillos”… Babalucas pidió en la farmacia: “Me da un Kotex para la gripe”. El encargado lo corrigió, sonriendo: “Querrá usted decir un Contac”. Y le mostró el producto. “¡Joder! -exclamó el badulaque-. ¡Con razón batallé tanto para pasarme el otro!”. FIN.