Maravilla con suerte
Cabe la posibilidad de que, en primera instancia, no encontráramos una conexión obvia entre los automóviles eléctricos y el salar de Uyuni, en Bolivia. En efecto, mientras que los automóviles eléctricos son un producto de alta tecnología, que han logrado competir con sus contrapartes de gasolina gracias al reciente desarrollo de baterías recargables de alta capacidad, el salar de Uyuni se encuentra en una apartada región del mundo, en el altiplano boliviano, a más de 3,600 metros de altura, que poco asociaríamos a la alta tecnología; hay una conexión, sin embargo. Y en ese sentido, habría que señalar que el salar de Uyuni aloja una de las mayores reservas mundiales de litio, un elemento fundamental en la fabricación de las baterías de los automóviles eléctricos.
El salar de Uyuni es una planicie de sal de 10,000 kilómetros cuadrados de extensión que simula un mar tranquilo salpicado de islas, con un hotel de sal y montañas de fondo. A lo espectacular del lugar se añade un cementerio de trenes, testigos mudos del ferrocarril que, en el pasado, unía a Uyuni con el puerto chileno de Antofagasta en el océano Pacífico. Por lo demás, pese a sus enormes reservas y pese a que lo ha intentado, Bolivia no ha logrado desarrollar la industria de extracción y de producción de litio y no contribuye sustancialmente a la producción mundial de este metal.
Habría que recordar que en las regiones desérticas de Argentina, Bolivia y Chile se localiza el llamado triángulo del litio, en donde se localizan salares que acumulan entre el 50 y el 85 por ciento de las reservas mundiales de este metal. Habría que señalar también que Chile, en marcado contraste con Bolivia, ocupa el segundo lugar entre los países productores de litio, y que Argentina se ha sumado a la carrera para producirlo y aprovechar el crecimiento de la industria de los automóviles eléctricos.
El litio, juntamente con otros minerales, está disuelto en salmueras localizadas bajo la superficie del salar. Para acceder al litio, se perfora un pozo y se bombea la salmuera a la superficie, en donde se vierte en una serie de piletas de evaporación. En las piletas se evapora el agua de la salmuera, lo que concentra los minerales disueltos. Posteriormente, se procesa la salmuera concentrada para aislar el litio. En este último paso se emplean grandes cantidades de agua dulce que debe extraerse de depósitos en el subsuelo, lo que es crítico en el área desértica en la que se localiza el salar -por ejemplo, en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, el desierto más seco del mundo.
De manera adicional, un artículo publicado en marzo de 2023 en la revista “Nature Reviews Earth and Environment” por un grupo de investigación encabezado por María Vera de la Universidad Nacional de Jujuy, Argentina, especula con la posibilidad de que aún la extracción misma de la salmuera pueda provocar un impacto ambiental, debido a la posibilidad de que haya agua dulce que fluya hacia el depósito de salmuera en la medida en que ésta es bombeada a la superficie. Así, de un modo u otro, la explotación de los salares en el triángulo del litio agota los depósitos de agua dulce por la explotación del litio.
En consecuencia, si bien los automóviles eléctricos constituyen una vía para mitigar la contaminación atmosférica que producen los automóviles de gasolina, el litio que necesitan las baterías que le permiten circular provoca otro tipo de impacto ambiental en sitios remotos, lo que corrobora que la cobija del mundo está resultando demasiado pequeña, de manera tal que, si la jalamos hacia un lado para resolver un problema ambiental, descobijamos otro lado y generamos un problema diferente.
En lo que respecta al salar de Uyuni, esta maravilla natural ha corrido con suerte debido a la falta de tino de Bolivia para explotarlo. Explotación que, por lo demás, pareciera ser bastante complicada, no solamente porque ese país no cuenta con la tecnología necesaria, sino también por la estrepitosa caída que han experimentado los precios del litio en los últimos dos años, desde 80 dólares por kilogramo hasta 10 dólares por kilogramo, según el sitio Fastmarkets.
Para el futuro inmediato, Fastmarkets también contempla algunos nubarrones: “La victoria presidencial de Trump sobre la vicepresidenta Kamala Harris el miércoles 6 de noviembre podría significar un enfoque diferente de los vehículos eléctricos en comparación con el presidente Joe Biden, lo que complica el proceso de electrificación, dijeron fuentes de la industria. A lo largo de su campaña, Trump dejó en claro que no es partidario de los vehículos eléctricos a batería, y en su lugar prometió impulsar los combustibles fósiles y los vehículos con motor de combustión interna”.