Alguna vez he comentado en estas páginas que los dichos o refranes no necesariamente muestran sabiduría, y suelen ser utilizados más bien como un recurso para tratar de sostener una conversación ingeniosa y desenvuelta… a partir de frases ya hechas, de citas pegadoras de otros.
Esas expresiones se tienden a convertir en axiomas o máximas e incluso en moralejas acompañadas de muletillas o giros coloquiales, con las que se pretende transmitir una experiencia o enseñanza, una agudeza o un consejo popular, y hasta una infalible advertencia moral. A veces se estructuran en verso y rima, con lo que se les da cierta imagen lógica y de contundencia.
Podemos asociar personas con una cultura refranera, sobre todo al expresar vivencias de viejos y entre rancheros o en las zonas rurales. A su vez, quienes pretenden ocultar ciertos vacíos o disertar de diversos temas, tienden a abusar de estas frases o sentencias.
Y con todo respeto, el actual presidente de México es muy dado a las máximas y a algunos les da la impresión de sabiduría (popular) con reiteraciones que se vuelven clichés incluso políticos e ideológicos. Larga sería la lista de ejemplos, y ya la podremos ir revisando. Mientras tanto, podemos adelantar aquí ciertos casos y ver su pertinencia hoy. Para mal y para bien.
Hay divisas muy delicadas como aquella de “Somos pobres pero honrados”, que daría la idea de que el que deja de ser pobre se vuelve corrupto,… que sólo la deshonestidad podría sacar a alguien de la pobreza, y que las clases medias o altas tienen algo de inmoralidad… al igual que la Economía. También aterra con eso de que “La ‘justicia’ está por encima de la ley”, aunque al mismo tiempo trate de exaltar el “Estado de derecho, no de chueco”. Je.
No sabe uno si son sólo chistoretes inofensivos para mantener elevada su popularidad, o si vienen a ser ominosas advertencias que no actúan a favor del orden, la confianza y el necesario crecimiento.
Denise Dresser, una excelente politóloga, supuestamente le saca varios dichos a otro politólogo no tan bueno pero muy hablantín y hoy muy poderoso. Más o menos: “Los datos deben ser sustituidos por las corazonadas”, y “la razón por la fe” o “los estudios autónomos e imparciales, por las preferencias ideológicas”. Además, ojo, “ya no hay que medir ni evaluar, basta con creer” y “tampoco habrá que planear, basta con prometer o inspirarse en anécdotas históricas”.
Este politólogo nos dice que “La política debe estar por encima de la economía”, lo cual nos podría llevar a los fatídicos tiempos del presidente Luis Echeverría hace casi medio siglo. Igual, esto se aleja de aquella célebre “It´s the economy, stupid” de Bill Clinton en 1992.
Miren, la autoridad política tiene que regular aspectos de la economía, pero la economía nunca funciona por decreto ni se rige por buenos deseos. No debe someterse a la politiquería, ni a los partidismos o la ideología; tampoco a los excesos de regulación. Y menos aún el poder político debe descalificar a los especialistas en Finanzas, o en Estadísticas, o en Salud (sobre la cancelación del Seguro Popular), o en…
Bien, tras la información que ha sido difundida estos días, alguien tendrá que explicarle a nuestro voluntarioso presidente que, con dicharachos o sin ellos, no existen ni van a existir “otros datos” en lo que se refiere a los desplomes de la inversión fija bruta (casi 7 por ciento de 2018 y 2019), o en la industria de la construcción (caída de 8.3 por ciento). Así, de acuerdo al todavía independiente INEGI, se observan aquí y ahora ¡niveles tan bajos que no se habían visto en 13 años!
También habrá que explicarle que la información clave del Coneval autónomo nos indica estos días que, entre 2008 y 2018, la pobreza extrema tuvo una significativa disminución de 11 a 7.4 por ciento (de 12.3 a 9.3 millones de personas), en tanto que con la demografía los mexicanos pobres aumentaron en números absolutos (de 49.5 a 52.4 millones), aunque en términos relativos la pobreza en general haya disminuido de 44.4 a 41.9 por ciento de la población.
El gobierno federal debe tomar en cuenta esta información básica y confiable, que es la mejor que se ha producido y afinado en nuestro país a lo largo de décadas. Ello significa que en el mal llamado “período neoliberal” se logró al menos que la focalización de los programas sociales rindiera algunos resultados tangibles a pesar de los bajos niveles de crecimiento, empleos e ingresos.
El lema de “Sufragio efectivo, no reelección” podría ser sustituido ahora por el de “Extenderé mi mandato hasta que el pueblo diga”. En todo caso, recuerden ustedes, el propio López Obrador ya había puesto en circulación aquella frasecita de “La ‘Justicia’ (¿para quién?) está por encima de la Ley”. ¡Imagínense!
En fin, parece que “las máximas se vuelven mínimas” y se confirman serios peligros al no escuchar aún más a gente muy útil y valiosa como Carlos Salazar, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. Un problema es que sigue usando los lemas de campaña… pero ¿son en serio?
Al analizar sus traspiés y su terquedad varios amigos dicen que AMLO “no tiene remedio” o que “ya lo perdimos”, aunque en todo caso deberemos rescatar lo más posible de lo que tendría de positivo la 4T y, por supuesto, mantener el orden en una nueva transición institucional.
A su vez, esto tendrá que seguir por aquí, desde luego. Queda mucho por checar y componer.
* EL DE ALLÁ LE compite duro al de acá con sus mentiras y sus agresiones contra ciertos grupos. En falsedades ‘ay se dan’ a niveles altísimos, pero Trump ya confirma su estúpida tendencia de supremacía blanca que, en boca de un presidente, ha provocado peligrosas embestidas y masacres de odio.
De entrada, fíjense, la revista Time destaca esta semana que “desde el 11 de septiembre de 2001, los nacionalistas blancos y otros radicales de extrema derecha han sido responsables de casi tres veces más ataques en territorio estadounidense que los terroristas islámicos”.
Bueno, más que racismo, por acá sería clasismo (de abajo hacia arriba) contra ricos, empresarios, fifís, blancos o güeros y estudiosos en las clases medias y altas, al igual que los (neo)liberales y algunos periodistas. ¡Cuidado!
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