Mirador
Antes la fe movía montañas.
Eso era causa de trastornos graves: cambiaba el clima en la región donde estaba la montaña que movió la fe; vastas extensiones de terreno quedaban sin nada en ellas; la flora y fauna de la comarca debía adaptarse a las nuevas condiciones; los geógrafos y cartógrafos se volvían locos, pues debían modificar continuamente sus mapas orográficos.
Así las cosas, el creador de la fe la hizo llamar y le ordenó, tajante:
-Ya no andes por ahí moviendo montañas.
La fe, que tenía mucha fe en quien la había creado, obedeció el mandato y no volvió a hacer lo que hacía antes.
Eso explica por qué en la actualidad la fe ya no mueve montañas.
Y sin embargo, yo sigo teniendo fe en la fe.
Pienso que todavía puede mover montañas.
Pero para eso es necesario que tengamos fe.
¡Hasta mañana!...
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