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Mirador

Por Armando Fuentes Aguirre

Diciembre 07, 2023 03:00 a.m.

A

Esta fotografía muestra al niño Pablo de la Peña y Peña cuando tenía un año y medio de edad.

El pequeño parece estar dormido. Tiene los ojos cerrados y muestra una vaga sonrisa, como si estuviera soñando un lindo sueño. Pero no está dormido. Está muerto. El sueño que está soñando es el de la eternidad.

Murió por causa de la tos ferina. La vida se le acabó en brazos de su madre, que lo arrullaba entre sus lágrimas. El cuerpecito se fue enfriando en su regazo, hasta que el esposo lo tomó para entregarlo a las mujeres de la casa. Ellas lo vistieron de angelito y le pusieron una corona de flores. Fue así como lo retrató el fotógrafo.

Por la noche hubo música en lugar de rezos. No había lugar para la tristeza: el inocente estaba ya en el Cielo; había que alegrarse. La madre, sin embargo, no se alegraba. Ella habría preferido mil veces que el niño estuviera con ella, y no con Dios. Pensaba sin quitar la vista de su hijito: “¿Quién entiende a Dios?”.

¡Hasta mañana!...