Mirador
Llegó sin previo aviso y se presentó a sí mismo con actitud altanera y arrogante:
-Soy el número uno.
A mí me resultan antipáticos los que dicen ser el número uno, quizá porque en nada he sido yo el número uno, ni el dos, ni el tres ni el cuatro. He sido simplemente un número más entre tantos números que existen. Y eso me agrada: si eres el número uno estás obligado a poner el ejemplo a los demás, y a mí nunca me ha gustado ser ejemplo. Si lo eres tienes que caminar muy derecho, con rostro serio y actitud solemne y no puedes comprarte un elote, unos tacos de trompo o un hot dog, porque eso te quita calidad de ejemplo y te reduce a la condición de simple hombre mortal.
Sin embargo, no soy dado a entrar en controversias, de modo que le dije al que decía ser el número uno:
-Bienvenido, señor número uno. Pase usted a aquel salón. Ahí encontrará a otros mil que también dicen ser el número uno.
El recién llegado me miró, hosco, y no entró en el salón. Me dio la espalda y se alejó. Los que se creen el número uno se sienten mal en presencia de otros número uno.
¡Hasta mañana!...
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