Mirador
Este amigo mío con el que bebo la copa -varias- los martes por la noche suele decir a veces cosas que me desconciertan. Anoche, por ejemplo, hizo una frase. Dijo:
-El vino es como una religión, y la religión es como un vino.
Me atreví a preguntarle por qué decía eso. Respondió:
-Tanto el vino como la religión deben tomarse en dosis moderadas. Beber vino en exceso conduce a la ebriedad; y la excesiva religión provoca fanatismo, y por lo tanto intolerancia, una de las peores formas que la ignorancia y la falta de caridad asumen.
Quise decir algo, pero me detuvo:
-No me hables cuando estoy interrumpiendo. Y ten mucho cuidado con los excesos, tanto de vino como de religión.
Ya no dije nada. Hay ocasiones en que callar es la mejor manera de opinar.
¡Hasta mañana!...