Mirador

La anciana se quejó con el Señor:

-Padre, me quitaste la belleza que tuve en la juventud.

-Es cierto -reconoció él-. Pero a cambio te he dado otra belleza: la que surge de los años bien vividos.

Se quejó otra vez la anciana:

-Me has quitado la salud del cuerpo.

-También es cierto -admitió el Padre-. Pero ahora tienes una salud del alma que antes no tenías: te has vuelto comprensiva, tolerante; has aprendido a perdonar; procuras hacer el bien a los demás.

Insistió la mujer:

-¡Señor, son tantas las cosas que he perdido! ¡Me has quitado incluso a aquéllos a quienes amé!

-La muerte es ley de vida -replicó el Padre-. Y en compensación por todo lo que te he quitado tienes  algo que antes no tenías.

Preguntó la anciana:

-¿Qué es?

Le contestó el Señor:

-Los recuerdos.

¡Hasta mañana!...