Mirador

Los nopales del Potrero dieron este año tunas como nunca. Rojas, blancas, amarillas; cada una como un panal de miel, cada una como un pequeño mundo de dulzura.

A la gente del rancho no le gusta que haya muchas tunas. Cuando los nopales cargan mucho, les ha enseñado su ciencia centenaria, no hay mucha manzana, mucha ciruela, mucho durazno, mucho maíz ni mucha nuez. Año de tunas, dicen, no es año de fortunas.

Por la mañana, sin embargo, entro en la cocina y veo sobre la mesa un gran plato colmado de tunas mañaneras. Si el ángel del Veronés o de Van Gogh anda por aquí lo desafío a que pinte esas tunas con el color exacto que cada una tiene.

Cuando Motolinía probó por primera vez las tunas mexicanas dijo que “son tan sabrosas que saben como a pera o a uva”. 

Yo quiero decirle a fray Toribio que hay una peras y unas uvas tan sabrosas que saben como a tuna.

¡Hasta mañana!...