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Niñas y niños, “infancias”

Por Alexandro Roque

Abril 28, 2024 03:00 a.m.

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Como ya lo habíamos comentado, estuvimos la poeta Fabiola Amaro y un servidor en Ciudad Valles para participar en la Primera Feria del Libro “Alberto Enríquez”, poeta, narrador y dramaturgo, promotor cultural y gran maestro, quien recién falleció, como también lo comentamos. Leímos sus poemas y presentamos obra propia en el hotel Sierra Huasteca Inn, en la primaria Antero G. González y en la Universidad Intercultural. Gracias al ayuntamiento, a la librería Cuatro Vientos, al hotel Sierra Huasteca Inn y a los colectivos de artistas involucrados, como Malabares Somos, Ok’Ox y Recorriendo la Huasteca. 

También hubo un espectáculo en la plaza de Ciudad Valles, en torno al libro El Circo de Fabiola Amaro, con la participación de artistas del fuego, la palabra, las acrobacias, el baile y el malabarismo: Alan Santiago, Samael Medina, Nancy Rostro, Alfredo Lara y Ana Karen. Asistentes y participantes lo disfrutamos mucho. Allí presenté adelantos de Memorias Funambulistas no aptas para acrofóbicos, poemario ganador de la flor dorada de los Juegos Florales Ramón López Velarde 2023, de próxima aparición.

En el prólogo del bello libro Circo poético, Antología de la poesía mexicana del siglo XX, dice David Huerta, su antologador: “En el circo se despliegan, en forma de actos fantásticos, los mitos y los misterios que les son más queridos a los seres humanos: el vuelo, el dominio sobre el fuego, la amistad amorosa con los animales, el gigante y el enano, la risa. La literatura, y en especial la poesía, nos pone en contacto con esta materia mítica, y lo hace con medios que todos podemos reconocer: las palabras —su sentido, su ritmo, su temperatura afectiva—; palabras cargadas en cada poema con una voluntad de recreación del mundo que nos permite a nosotros, los lectores, por el arte de sus entrelazamientos, participar en esa misma recreación e intimidad de la lectura”.

En la víspera del día del niño y la niña recordemos que hace cuatro años este segmento constituía 28 por ciento de la población del estado, según el Censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). 

En ese dato se incluye a personas de cero a quince años. Para muchos (hombres y mujeres) es la edad para empezar a trabajar: el promedio de años de estudio en el estado es de 9.1, es decir, hasta ampezar apenas el bachillerato. También, según el Inegi, 95 por ciento de las niñas y los niños en el estado acude a la escuela, donde al separarlos tenemos que las niñas tienen un punto porcentual de asistencia menos que los niños.  

A principios de año el Departamento del Trabajo de Estados Unidos anunció la aportación de 4.4 millones de pesos mediante una organización denominada Verité Inc., enfocada a diseñar estrategias para eliminar el abuso laboral en todo el mundo. La meta era (es) “incrementar las acciones lideradas localmente que aborden el trabajo infantil y el trabajo forzoso en los municipios de Chiapas y San Luis Potosí”. Ya no he visto la continuación de esa noticia.

Hay instituciones y grupos que han anunciado sus actividades para el martes como “día de las infancias” en un afán aparentemente incluyente, pero que deja fuera a las personas reales menores de edad, al suplirlas por solo uno de los periodos o etapas. Recordemos que se habla de “primera infancia” (hasta los 6 años) y de “infancia” (de los 6 a los 12 años). Así que no creo que hablar de ‘infancias’ sea lo más adecuado, preferible la duplicación.  

Es como en el primer debate presidencial, que se dijo “las candidaturas” para referirse a las candidatas y el candidato. También, y eso me parece mejor, se habló de “las personas candidatas”, una forma más acorde a varios manuales de lenguaje incluyente.

Como ya lo hemos hecho en el taller, les invito a escribir (y compartir) un recuerdo de la niñez. Van uno mío: el mismo día que entregaban los libros de texto gratuito en la primaria me leía completo el libro de Lecturas. No me grabé entonces los nombres de autores o autoras, pero muchas historias y muchos versos se me quedaron para siempre: “¡Vendo la nieve, la llama / y el canto del pregonero!”. Pongo a su disposición el blog https://nuestranotanlejanainfancia.blogspot.com/ para publicar esas historias.

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