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Nosotros los consumidores

Por Jorge Chessal Palau

Julio 01, 2024 03:00 a.m.

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En el siglo XIX el filósofo alemán Ludwig Feuerbach escribió: “Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come”. A partir de ahí y hasta nuestros días se ha adoptado esta idea con la expresión “somos lo que comemos”.

Si esto es así ¿sabemos realmente quiénes somos?

A partir de que me sometí a un régimen alimenticio con un poco de más control, he adquirido el hábito de leer la letra pequeña de las etiquetas de los alimentos empacados que se compran en las tiendas de autoservicio. Eso me ha permitido darme cuenta de algunas cosas que me han llevado a reflexionar sobre nuestro papel como consumidores.

En México existe un riguroso andamiaje normativo que regula el contenido de información nutrimental que se debe incluir a la vista del consumidor en las etiquetas de los productos alimenticios e incluso hemos llegado a la utilización de los sellos frontales de color negro y forma octagonal que indican exceso de calorías, grasas saturadas, grasas trans, azúcar o sodio, acorde a la NOM-051-SCFI/SSA1-2010 “Especificaciones generales de etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados-Información comercial y sanitaria”, modificada en 2020 para incluir estas marcas preventivas.

Sin embargo, ¿los consumidores conocemos en realidad lo que quieren decir los indicadores de cantidad o porcentaje de algunos componentes? ¿Qué tanto es mucho o poco de hidratos de carbono o azúcares? ¿Cuáles son los endulzantes que se pueden consumir por personas con problemas de diabetes, lo cual es independiente de si ese producto tiene o no carbohidratos?

Pero vayamos más allá. Cuando vamos a las tiendas de autoservicio o de conveniencia y nos dirigimos a los refrigeradores a tomar, por ejemplo, un queso, ¿es queso realmente?

En octubre de 2020 a Procuraduría Federal del Consumidor retiró del mercado marcas muy conocidas de quesos porque utilizaban la leyenda “100% leche” sin serlo, adicionaban grasa vegetal paras sustituir la leche que deberían contener en su elaboración, tenían un peso menor a lo estipulado en la etiqueta como “Contenido Neto” y no informaban en la superficie principal de exhibición el porcentaje del uso de caseinatos para la elaboración de queso.

Sin embargo, me dirá el lector que a un consumidor no le es posible tener esa información al momento de realizar la compra. Tiene razón, esto solo es posible mediante ciertos análisis que la PROFECO realiza y cuyos resultados publica en la revista del Consumidor, medio informativo que pocos, muy pocas personas revisan; es de publicación mensual y solo tiene aproximadamente cuarenta años de estar en circulación. 

Aquí el link: https://www.gob.mx/profeco/es/articulos/revista-del-consumidor

Pero mejor le doy un ejemplo de esa indolencia en el consumo que muchos tenemos. ¿le gusta el queso americano, ese que se conoce coloquialmente como “queso amarillo”, que viene en rebanadas? ¿Tiene un paquete en su refrigerador en casa? Revíselo, porque es altamente probable que no sea queso sino “imitación de queso”. ¿Se dio cuenta cuando lo compró? ¿Sabía lo que llevaba en su carrito?

Y así podríamos dar muchos ejemplos, no solo en cuanto a este tipo de productos sino a muchos más. Recordemos, por ejemplo, la frase, original de John Godfrey Saxe pero que suele ser con frecuencia atribuida a Otto von Bismarck: “las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto a medida que sabes cómo están hechas”.

Saber que comemos nos ayuda a saber quienes somos, puesto que, lo que no se ha dicho hasta este punto de esta columna, es que, al margen de que en el consumo de alimentos normalmente se pone énfasis en la obesidad, la hipertensión o la diabetes, lo cierto es que hay productos que pueden causar males graves e incluso la muerte de manera silenciosa y a largo plazo, sin darnos cuenta.

Dicho sea de paso ¿sabe usted a que alimentos o productos es alérgico? No siempre lo dicen las etiquetas.

@jchessal