Plan México: ¿Y la transformación?
El 13 de enero del 2025 se presentó el Plan México 2025-2030, el cual esboza los componentes de un programa de desarrollo compartido con los empresarios privados. Recibido con euforia por Morena, los empresarios y sectores de la oposición de centro y derecha a la “4T”, es necesario dedicar esfuerzos a su análisis, púes indica hacia donde irá este gobierno.
Tres orientaciones sobresalen en una ojeada al texto: la continuidad del patrón de acumulación capitalista, y se aplicaría en asociación con la empresa privada; peca de optimismo pues sus metas no son compatibles con las expectativas de crecimiento económico y tributación presupuestal, las cuales consideran muy bajas las predicciones de los expertos, incluido el Banco de México; y no es el Programa de Desarrollo del gobierno, pues este se discutió al mismo tiempo y no ha sido presentado. Las variaciones de las políticas del presidente Donald Trump, y la inestabilidad de la subordinada economía mexicana no ayudan al mejoramiento de estas variables.
Si el Plan se aplica, no esperamos ninguna “transformación” del patrón de acumulación en este sexenio: seguirá la desigualdad imperante y no se tocarán los problemas estructurales de la economía: deformación de la estructura productiva; atraso de la producción agraria y dependencia alimentaria externa; integración subordinada a Estados Unidos; ausencia de un núcleo de investigación y desarrollo tecnológico; trasnacionalización de la actividad económica; desempleo encubierto por la “informalidad”; desigualdad manifiesta en pobreza y desequilibrios regionales; etcétera.
Mientras los países capitalistas hegemónicos realizaban su revolución industrial (1760-1840), adoptábamos el patrón mercantil de exportación de materias primas e importación de manufacturas para los altos ingresos; llevamos a cabo la industrialización desde 1935 en algunos países y pocas ciudades,150 años después, cuando la tecnología había avanzado y ya no era necesaria toda la fuerza laboral que llegaba a las ciudades: CEPAL señala que en 1950, en plena industrialización, el desempleo era casi igual al actual de más de la mitad de la población económicamente activa; compramos al extranjero los medios de producción, haciendo que el “círculo virtuoso” entre sectores no se diera internamente; compramos la tecnología productiva y de los productos al exterior por lo que no creamos un núcleo endógeno de investigación y desarrollo; el crecimiento de la industria de bienes de consumo requería de divisas en aumento que no eran garantizadas por el comercio exterior, en el que operaba el intercambio desigual, generando un déficit de la balanza de pagos, que se mantiene; y para cubrirlo dependimos de la deuda externa, la inversión extranjera y las remesas de los inmigrantes, “desanimados” contradictoriamente por las fuerzas armadas para agradar a Trump.
Si estamos endeudados y la economía depende de Estados Unidos, negando la soberanía, tenemos una contradicción estructural. Hay que ver la historia pues nos señala las contradicciones estructurales que aquejan la economía, pues un Plan de desarrollo efectivo tiene que proponer medidas para su solución; por el contrario, algunas de ellas se acentúan.
(Integrante de Por México Hoy)
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