logo pulso
PSL Logo

Preocupación crónica

Por Martha Ocaña

Julio 10, 2024 03:00 a.m.

A

A mí, como escribió en una ocasión A. Mastreta ,“a menudo (me) avergüenza hablar de la trivia diaria, de las nimiedades que turban lo cotidiano mientras nos avasalla la diaria pena de otros. Tiemblan los noticieros y nos enciende el desvelo. ¿Qué podemos hacer, cada uno y cada cual para aliviar al menos los detalles del mundo en que vivimos? El que tenemos cerca, el que nos cerca o nos cobija.” 

Qué hacer: no lo sé pero hablo “como me ha ido en la feria”:

Y es que las preocupaciones -de uno y de algunos más- pueden parecer un susurro en el viento frente a las calamidades que inundan los noticieros, encendiendo nuestros nervios y evaporando la mayoría de nuestros ilusorios pesares.

Y es que a veces el sueño huye de las almohadas y se aleja por la ventana abierta aprovechando el verano y la primavera. Se va y se esconde entre nubes muy altas casi invisibles por la distancia y nos quedamos con la impronta de los encabezados, locales o nacionales, mientras los ojos pierden el arrullo de las primeras horas de la noche.

Y es que no sabemos qué hacer con toda esa retahíla de acontecimientos que tienen todo de apocalíptico y arrasan con la esperanza y sus más de ocho sinónimos. No sé por qué las buenas noticias no nos causan el mismo impacto ¿Será que todos llevamos un poco de maldad dentro?

No lo sé, por eso me da por limpiar la cabeza con hechizos de la mente que se inventan en las madrugadas cuando parece que nunca va a amanecer. Esos minutos en los que el mundo simula que se detiene, para renacer y dejar que el sol refleje en el mundo, todo aquello de lo que somos capaces para bien, o para más o menos bien.

Más como padecimiento crónico, el mundo y sus disturbios nos atrapan hasta que la consciencia nos alerta y señala la ruta de regreso a casa. Ese lugar en donde se encuentra el alma y sus amigas, el espíritu y sus camaradas, la ilusión y sus iguales, el deseo y sus adeptos. Así es como poco a poco nuestros tropiezos diarios se van disolviendo al comparar la adversidad en la que muchos viven, o el desaliento con lo que otros tantos sobreviven. Por eso poco a poco la mueca se vuelve sonrisa y la lágrima carcajada. 

Vivir es un privilegio nos dice la luna de cada noche y los grillos que son su coro.

Si el insomnio desvela, la oscuridad ablanda la vigilia y el mundo que parece caerse en su negrura, envuelve y protege hasta recuperar la inconciencia del sueño hasta despertar sin recuerdos de pesadillas, ni el peso del planeta sobre la espalda.

Vivir es un privilegio crónico.