Redes y conflictos
A partir de que a Donald Trump le suspendieron sus redes sociales en la última y penosa etapa de la conclusión de su mandato y que en México ocurrió lo propio con cuentas de Twitter afines a López y sus acólitos, mediante las cuales atacaban, denostaban y generaban violencia digital en contra de los no adoctrinados, al senador Ricardo Monreal, el ocurrente, se le dio por hablar de regular las redes sociales.
Nunca he pensado que Monreal sea tonto; por el contrario, creo que es de los pocos que tienen algo más que cabello en la cabeza entre los transformistas, pero que, por querer agradar a López, pasa por inocente, cándido o ¿perverso? (nunca he descartado que juega con naipes propios y más bien usa al palaciego como alguien útil para sus propios fines).
Con el tema de las redes sociales, Monreal ha prometido presentar una iniciativa para regularlas. Y, según él, sus argumentos son sólidos….pero solo para él.
Según el caudillo zacatecano, quiere que: “…no sean los entes privados, aún cuando sean dueños de las redes y plataformas, quienes decidan y determinen qué contenido es bueno o malo, o qué cuentas deben permanecer y cuáles deben eliminarse”.
Pensemos en un ejemplo: pongamos el tema de un restaurante bar. Como establecimiento comercial, debe cumplir con una serie de regulaciones de naturaleza administrativa para poder abrir sus puertas; por ejemplo, debe contar con un uso de suelo reconocido por las autoridades municipales y que resulte compatible con el giro y el contexto urbano; debe tener una licencia de funcionamiento vigente; debe contar con un registro de contribuyentes y dar de alta a sus trabajadores en la seguridad social; debe contar con un permiso de venta de bebidas alcohólicas, si fuera el caso y, entre muchas otras cosas más, debe pasar las revisiones y cumplir con los lineamientos de las autoridades sanitarias. En suma, que hay una serie de regulaciones que convergen en el giro que deben ser respetadas para que pueda funcionar dentro del estricto cumplimiento de la ley.
Hay también otras reglas, como son las que determina la Ley Federal de Protección al Consumidor, que van más bien dirigidas a la forma operativa de la actividad, es decir, debe dar el restaurante bar de nuestro ejemplo una lista de precios a los clientes de manera previa a que se preste el servicio de alimentos y bebidas; no puede reservarse el derecho de admisión, si se trata de un establecimiento abierto al público en general, por alguna causa que pueda significar discriminación, selectividad subjetiva o algo similar; también debe observar reglas en cuanto a horarios y venta de bebidas alcohólicas a menores. Y podríamos seguir con un largo etcétera en cuanto a normas a cumplir, justamente por esa circunstancia de dirigirse a un consumidor final de carácter abstracto.
Ahora bien, no hay duda de que se trata de un giro regulado y que el Estado interviene de muchas formas pero, ¿y si en una mesa, una persona se pasa de copas y empieza a agredir a algún otro comensal? ¿Debe el dueño del establecimiento tolerar esta circunstancia, solo por el hecho de que, al ser un restaurante bar abierto al público en general, podría considerarse discriminatorio que sacara al borracho?
La respuesta es un rotundo no. Incluso la ley que regula la venta de bebidas alcohólicas en el estado señala que se puede negar el servicio a alguien que se presenta o se encuentra en estado inconveniente, sin que eso pueda considerarse como una limitación al derecho del bebedor conflictivo y sin que podamos hablar de una discriminación. Por el contrario, la posibilidad de recurrir al “sacaborrachos”, siempre con mesura y respeto, es un derecho del resto de los consumidores y una obligación del propietario, a fin de garantizar el orden y la tranquilidad en el establecimiento. La otra opción es llamar a la policía y, mientras llega, seguirle sirviendo copas al briago pleitero porque, no vaya a ser que luego digan que se le hace menos, mientras destroza el lugar y golpea comensales.
Podrán ponerse muchas reglas, las que Monreal quiera, pero la responsabilidad de la tranquilidad de las redes sociales, como la del restaurante bar, debe seguir siendo de sus propietarios.
@jchessal
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