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Salvador Nava Martínez, un demócrata genuino

Por Alfredo Lujambio R.

Abril 10, 2022 03:00 a.m.

En tiempos tan difíciles como los que hoy estamos viviendo en este país en lo general y en nuestro querido San Luis Potosí, resulta justo y necesario recordar y valorar a personas y dirigentes sociales que, con su vida y sus acciones en bien de la comunidad y del país aportaron mucho a su mejoramiento social, político y económico con su pensamiento y con sus hechos de vida siempre congruentes, siempre ejemplares, como fue el caso del Dr. Salvador Nava Martínez, de quien el pasado jueves 7 de abril se recordó el 108 aniversario de su nacimiento (1914) y el próximo 18 de mayo habremos de recordar su fallecimiento ocurrido en el año de 1992 y su sepelio al que acudieron más de 100,000 potosinos de todas las clases sociales.

Como ya lo he comentado en alguna otra ocasión en este espacio, tuve el honor de servir a San Luis Potosí como tesorero municipal, invitado por el Dr. Nava,  para el trienio 1983-1985, en esos tiempos, cuando la hegemonía y el control total de las elecciones por el partido casi único, eran absolutas y la corrupción del régimen ya campeaba por todo el territorio nacional, incubando fortunas entre los altos funcionarios del gobierno, que integraban “la familia revolucionaria”, con un presidencialismo exacerbado, que rendía pleitesía al poderoso presidente en turno. 

Sexenios iban y sexenios venían, y el partido dominante en casi todo el siglo XX “ganaba” prácticamente todas las elecciones. El presidente controlaba a los poderes legislativo y al judicial, imponía candidaturas y nombraba diputados, senadores y magistrados por dedazo. No había poder humano que contuviera la corrupción, el derroche y el abuso del poder en ese régimen presidencialista, muy parecido a una monarquía sexenal.

Murió como siempre vivió, con modestia y dignidad absoluta con un patrimonio económico formado estrictamente de sus años de trabajo como médico, ya que en sus cargos públicos no cobraba salario o lo distribuía entre gente necesitada. Rodeado de su familia, su esposa Doña Conchita, de sus hijos y del pesar de un pueblo que aprendió a valorar sus virtudes humanas y cívicas.

Imposible no recordar su talante de demócrata genuino, que trataba a todos con la misma consideración, igual al más encumbrado que al más modesto ciudadano; que en su vida profesional como médico oftalmólogo, apoyaba a muchas personas de escasos recursos, e impartió cátedra durante 30 años, en la facultad de medicina de la UASLP, de la que fue Director en algún tiempo. 

Como ciudadano ejemplar que era, asumió una gran responsabilidad en la construcción del Bien Común y generó el despertar cívico del pueblo para liberarse de un prolongado estado de subordinación, temor y silencio ante el opresivo cacicazgo que padecía el estado. Su movimiento popular exigía el respeto a la dignidad de la persona y a los derechos de los ciudadanos, así como estricta honestidad de los funcionarios en todos los niveles y esferas de gobierno, así como democracia verdadera y respeto al voto.

Con el Dr. Nava se hace realidad por primera vez el principio constitucional del Municipio Libre durante sus administraciones municipales, primero en el trienio 1959-1961 y luego nuevamente de 1983 a 1985, con un estilo de gobierno humano, honesto, transparente y con arraigo autentico en la población, orientado a resolver las prioridades sociales y no a la exhibición de obras de relumbrón que solo sirvieran al ego de los funcionarios. Agua, drenaje, alumbrado y seguridad pública eran, además de la nómina, los principales renglones de todo el presupuesto municipal en aquellos años. Se introducían grandes redes de agua y drenaje a costos bajos, porque se contaba con la colaboración y la confianza de los vecinos, que aportaban la mano de obra, con materiales y asesoría técnica del H. Ayuntamiento.

Candidato a gobernador en 1961 y en 1991, logró gran apoyo popular en todo el estado, demostrando fortaleza moral y valor civil ejemplar ante las más graves y desfavorables circunstancias políticas y ante la represión y violencia sufrida en su propia persona. 

Toda su vida practicó los valores de solidaridad, sencillez, vida austera y honestidad, congruente firme entre su pensamiento y sus acciones, lo que se tradujo en un liderazgo social y autoridad moral indiscutible.

Reivindicó la política como auténtica vocación de servicio desinteresado a la comunidad y su ejemplo fue antes y siempre lo será, una referencia permanente para los políticos y los funcionarios públicos de todos los partidos y en todas las épocas.

A casi 30 años de su partida, cuando nuestro país y nuestro estado atraviesan por tiempos muy difíciles, su figura como ciudadano, como persona y como político, adquiere mayor relevancia que nunca, como un líder social y porqué no decirlo, también un referente moral, una guía de lo que es un buen político, un servidor público. Un demócrata ejemplar.

alr020637@gmail.com