Vamos, los mexicanos

No hace tanto, si acaso dos o tres meses, me cercioraba de algo que siempre he negado: Que México no tiene remedio. O, al menos, así parecía.

A menudo, oigan, nos condenamos por lo que decimos, no por lo que hacemos o dejamos de hacer. Aunque, bueno, en ocasiones es por todo ello.

Parafraseo que los mexicanos estamos ligados al sol y la luna desde las mitades de nuestro origen racial. Somos una raza de muchas sangres, de millones de vidas pasadas y, mayormente, futuras. Hace 500 años que comenzó la mezcla desde la mitad de otomíes, mexicas, mayas, yaquis, purépechas, texcocanos,… hasta la otra mitad que era goda, visigoda, romana, mora, judía,…

Interpreto así lo que podemos leer hoy. Somos las madres o heroínas que, en muy distintas tareas, sacan a sus hijos adelante. Somos el Día de Muertos con caminitos anaranjados de cempasúchil mientras recordamos a los que se han ido. Somos los múltiples sabores que también se muestran solidarios ante el símbolo, la esperanza y la tragedia.

Estamos en muchos méxicos… de indígenas y medio blancos; de pobres y bastante ricos; del sur y del norte; de las costas y de los altos planos o picos; del campo y de las ciudades; de honestos y corruptos en diversas formas; de emigrantes e inmigrantes; de mujeres bonitas y hombres feos; de religiosos y no religiosos; de los que tienen acceso a la educación y la salud, y quienes no lo tienen ya sea con o sin calidad (efectividad)… Pero somos una sola nación soberana.

Seamos, pues, ciudadanos de tiempo completo… Unidos al resto de ese pueblo del que formamos parte todos los días y también el domingo en la casa de otros; igual, somos café en el café y brindis en la cantina. Eso sí, debemos ser honestos ante los malos gobiernos y los delincuentes mentirosos.

Frente al poder y desde el poder, tenemos que respetarnos y apoyarnos sin caer en los típicos maniqueísmos de nosotros “los buenos” y ellos “los malos”. La niña y el niño son mexicanos que ven hacia el futuro desde el tiempo sin tiempo.

Seamos lo mejor de nosotros mismos; si fuera necesario seamos más los ricos a partir de nuestro trabajo, o cada día menos los pobres también con base en nuestros esfuerzos ante oportunidades crecientes. Sin regalos ni agandalles, sólo con ciertos apoyos entre todos.

Para México deberían ser tiempos de grandeza, no de pequeñez ni tampoco despilfarro; menos de mezquindad o de pobrezas franciscanas. Somos nada, somos todo.

Vamos adelante, entonces. Y ¡que viva…! ¡Hoy y siempre! Miren: Por la nación mexicana y por todos los mexicanos, sin odios ni resentimientos.

* DE MAL EN PEOR va la 4T y, si nos fijamos, el tiempo es ya su peor enemigo porque sus flancos débiles no sólo se dejan ver ahora con mayor peligrosidad, sino que operan en su contra. Claro, nadie puede diferir de objetivos generales tan pertinentes para el país (abatir la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la corrupción,…), aunque pesan demasiado las carencias de estrategias y otros elementos básicos.

Para alcanzar estos objetivos y ser felices se requiere invertir más y mejor, crecer a una tasa de 2 a 4 por ciento, generar buenos empleos, distribuir mejor los ingresos y la riqueza, aumentar gradualmente la productividad, ampliar la calidad y los alcances de la educación y la salud. Pero, ojo, no estamos logrando nada de esto ni se percibe una transformación progresista que nos lleve a un mundo todavía más actual o moderno, pues se observan intentos de regresar al (ante)pasado de hace más de 36 años (el populismo antes de 1982 o la autarquía sin globalización). También a anécdotas favoritas del siglo XIX.

Parece que en el actual gobierno se especializan en arreglar problemas que ellos mismos crean, como es el caso de 1) la CNTE y la contrarreforma educativa, o 2) las renegociaciones de los contratos de gasoductos, o 3) la apertura y el posterior cierre a la migración a partir de extorsiones de Trump.

Incluso esperan aplausos tras sus esfuerzos para volver a la situación anterior, con evidentes capitulaciones disfrazadas de grandes triunfos, respectivamente: i) desaparecer la evaluación educativa en los procesos relativos a ascensos y plazas de maestros, o ii) evitar largos y costosos arbitrajes que se podrían perder, o iii) detener las migraciones que ellos impulsaron, ahora en nombre del vecino del norte.

En paralelo a esas distracciones, el presupuesto para 2020 resulta mediocre: sólo cumplidor; lo que se puede y no más, pues. Viene a ser conservador, bastante neoliberal y equilibrado al someterse al ciclo económico. Dentro del reducido margen de maniobra que deja (en menos de un peso de cada 5), no promueve la inversión privada ni el crecimiento con productividad y empleos formales, mientras busca mantener cierta recaudación y niveles de consumo popular. Tampoco se aprecia que Salud y Educación sean tan prioritarias, y las dádivas excesivas dan un toque populista.

Eso sí, todo se polariza en las redes o las cantinas. Se ven como pruebas de fuego los casos de Manuel Bartlett y Ricardo Salinas Pliego. Cabe preguntarse: ¿De verdad se trata de abatir la corrupción y la impunidad? Habrá que estar muy atentos, y el gobierno ya no está a tiempo de solucionar muchos problemas y descréditos.

AMLO no está solo, pues aparte de sus millones de feligreses cuenta con senadores morenistas como Félix Salgado Macedonio que quisieran que el Estado se apropie de las Afores de los mexicanos. ¡Caray, se extraña a gente inteligente y de izquierda progresista como Manuel Camacho Solís!

Miren, que sean delitos graves los que correspondan (¿Incluida la pendejez?). Que no odiemos la riqueza, ni manipulemos la pobreza o una “justicia” inexistente. Y, señor Presidente, créame que no es pecado que alguien trate de superarse y ganar más dinero.

Me llama la atención que sigue vigente el espléndido caricaturista Rius con cartones como ese en que aparecen dos caballeros en una banca del parque: Uno dice “¿Y usted todavía espera algo de este gobierno?” El otro se asoma un poco detrás de su periódico… y sólo contesta “Sí: Que se acabe”.

Esto puede aplicarse a varios gobiernos estatales y no pocos municipales, pero ¿sería tal vez prematuro para el ufano gobierno de la 4T de Andrés Manuel López Obrador? Sí, aún no cumple un año, aunque será menos malo su papel en la historia al confirmarse que dure mucho menos de un sexenio.

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