¡Viva!
Estar en sociedad es afincarnos, hacernos “parte de”. Somos territoriales. Si en 1810 fue la guerra contra quien invadió a quien nos había invadido antes, hoy todo apunta a lo mismo: el dominio sobre ciertos espacios, sean carreteras, publicidad, balcones o baños. O, lo que es peor, sobre otros seres humanos. Ojalá fuera por buscar el bien común, pero no es lo común.
Si buscan “grito de Independencia” en Google encontrarán que las notas principales son sobre el vestido que lució la esposa del presidente. Ya después vienen las que versan sobre los “vivas” agregados por López Obrador: “¡Viva el amor!, ¡que muera la avaricia!”
Como no existían las benditas redes sociales, hay varias versiones sobre qué gritó el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla en Dolores, Guanjuato, durante (dicen) la madrugada del 15 de septiembre luego de (dicen) sonar la campana de la iglesia. La versión más antigua es de Manuel Abad (obispo de Valladolid, hoy Morelia), de ese mismo año de 1810: “¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII, viva la América y muera el mal gobierno!”. Dos años más tarde Ignacio López Rayón festejó el inicio de la gesta con misa, música y fogonazos. El santoral para la letanía patria se construyó más tarde, ya que todos y todas habían dado su vida en lo que hoy conocemos como Independencia de México, que bien podría llamarse Independencia de la Nueva España, el Nacimiento de una Nación o, según la historia oficial actual, la Primera Transformación.
El protocolo varía, y en los tres niveles de gobierno suele haber cuatro elementos inamovibles: un balcón, una bandera, una campana y entonar el Himno Nacional. Lo demás es al gusto de quien sale al balcón: cohetería, antojitos y espectáculos musicales. Cada político o maestro de ceremonias canta sus “vivas”, a veces como Dios, su estado de nerviosismo o grado etílico le dan a entender. Es famoso el video el niño que gritó “¡viva tu jefa!” o el otro que añadió el “cabr...” al “¡Viva México!”. También lo son los añadidos que según Wikipedia hicieron Lázaro Cárdenas (“¡Viva la revolución social!”), Adolfo López Mateos (“¡Viva la Revolución Mexicana!”), Luis Echeverría (“¡Vivan los países del tercer mundo!”), Ernesto Zedillo (“¡Viva nuestra libertad, la justicia, la democracia y la unidad de todos los mexicanos!”) y Vicente Fox (“¡Vivan nuestros acuerdos!”).
Ah, ya el 24 de septiembre es el plebiscito sobre la hoy delegación Villa de Pozos, para su conversión en el municipio 59 de San Luis Potosí. El resultado parece más cantado que ciertas encuestas...
Cada quien ve la patria que quiere pero es territorio común, y en eso reside la necesidad de opinar, de participar. Como dijo Ernest Renan, citado por Ortega y Gasset:
“Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho juntos grandes cosas, querer hacer otras más: he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo… En el pasado, una herencia de glorias y remordimientos; en el porvenir, un mismo programa que realizar… La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano”.
Es tiempo de bajar la bandera e ir poniendo los adornos del día de muertos, de conseguir los materiales para el altar. Espero este año sí me toque ir a la Huasteca, para estar en esas fechas en la cuna del Xantolo.
Y sí, ¡viva el amor!
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Posdata 1: el próximo fin de semana, del 22 al 24 de septiembre, estaremos en el Pueblo Mágico de Tacámbaro, Michoacán, para integrarnos al VIII Encuentro de Poetas y Narradores “José Rubén Romero”, y agradezco de corazón a la colega Carolina Toro por invitarnos. Me toca impartir el taller “Consultorio de la Dra. Redacción para textos solitarios” y presentar mi novela La bruja guachichil, palabras para otra magia (Secult/Colsan, 2020). Fabiola Amaro estará presentando Crisol para las sustancias cercanas (Secult, 2022) y participará en el conversatorio “José Rubén Romero”, junto a Raúl Eduardo González y Blanca E. Athié.
Posdata 2: últmos días para inscribirse en el el Taller de Creación Literaria del Centro de las Artes de San Luis Potosí para su último trimestre escolar 2023. Son 12 sábados a partir del 30 de septiembre de 11 am a 2 pm.
Posdata 3: el 30 de septiembre es el aniversario de Miguel Álvarez Acosta, a quien he estado leyendo y a quien el año pasado hicimos un homenaje en el Museo Othoniano, al que vino su hija Eugenia. Vamos a ver si hacemos el segundo.