El posh, un aguardiente ancestral que familias de Chiapas destilan en casa

 Familias indígenas del suroriental estado mexicano de Chiapas destilan en sus casa el posh, un aguardiente tradicional y una bebida ceremonial de los pueblos mayas que ha perdurado hasta la actualidad.

Alfredo Pérez es un indígena tsotsil que heredó de su padre Lorenzo Pérez Hernández, junto a sus hermanos, una de las destiladoras de posh.

En medio de verdes montañas rodeadas de una blanca neblina, en la comunidad de Yut Osil 2 del municipio de Chamula se encuentra la fábrica artesanal de posh de la familia Pérez Hernández.

Sobresalen los enormes barriles de madera donde mezclan el maíz o salvado de trigo con panela, azúcar y agua, dejando reposar por varios días hasta fermentar y sacar la llamada chia que se requiere para preparar el destilado de posh.

La bebida se consume en comunidades y municipios indígenas de la región Altos de este suroriental estado de México.

"Pues aquí en San Juan Chamula, la producción de posh ha venido ancestral se ha venido aprendiendo de papá, abuelos, de generación en generación", comenta para Efe Alfredo Pérez, quien es el promotor de esta bebida ancestral y además recomienda tomarla con medida ya que el consumo excesivo daña la salud.

Por usos y costumbres se utiliza el aguardiente en todo tipo de festividades y rituales tradicionales, desde nacimientos de un nuevo integrante de la familia a bodas o bautizos.

También se consume cuando hay embarazos, y en los ancianos se les recomienda hasta como remedio casero.

Los curanderos o chamanes lo utilizan cuando hay limpias de las malas energías o se quieren ahuyentar a los malos espíritus.

"El posh lo utilizan para cualquier acto cultural que se haga o cuando hay una ceremonia en las festividades", dice Pérez, quien explica que los principales compradores son las autoridades religiosas conocidas como "mayordomos" en los rituales, entre estos alfareles, paxiones, nichimes.

Pérez afirmó que conforme pasan los años los insumos son más caros y se complica un poco su elaboración y su comercialización.

Pero pese a los inconvenientes se continúa produciendo el aguardiente ceremonial porque de lo contrario, se perdería la cultural.

Su elaboración comienza desde la fermentación y sigue con el proceso de destilado en el que se coloca toda la mezcla en tambos (barriles) de 200 litros, que se calienta con fuego de leña.

A fuego lento, para que se inicie la evaporación del aguardiente.

Indicó que se utilizan mangueras de cobre para la ebullición del posh, mismas que van conectadas a los tambos de metal, enseguida viene el enfriado, con lo que se obtiene definitivamente la bebida.

Los grados de alcohol varían dependiendo de la calidad. El de primera calidad tiene una graduación de entre 60 y 70 grados y el de segunda calidad, es de entre 25 y 35 grados.

El agua que se utiliza en la preparación del posh es traída de los ojos de agua.

Es un agua limpia y cristalina que nace bajo los árboles y que hace muy especial el aguardiente, pues no se puede utilizar cualquier líquido.

Pérez agregó que el posh también se usa para curar enfermedades dolor de garganta porque al ser una bebida caliente enseguida que se ingiere mejora la salud.

Asimismo, alivia el ácido úrico si se unta en los tobillos, y también se le atribuyen otros usos.

Los indígenas tsotsiles mayas conservan usos y costumbres, como su vestimenta de pelaje de ovejas, algodón, huaraches de cuero de vaca y la fabricación artesanal del aguardiente posh, el único municipio de la entidad donde preparan el aguardiente tradicional.

El antropólogo Nicolas Cohe Bautista, investigador del Centro Estatal de Lengua, arte y Literatura Indígena (CELALI), señala a Efe que las culturas mesoamericanas, principalmente la cultura maya, ha conservado sus tradiciones a pesar del paso del tiempo.

"Aún se guardan algunos elementos ancestrales. Por ejemplo, el Yakilo'c es la chicha, fermentación de maíz, una bebida que dentro de las comunidades es una bebida sagrada para ritual entre las culturas mayas", apuntó el experto.

Agregó que hay otros líquidos como el balche, que hacen y fabrican los mayas lacandones en las ceremonias rituales.

"La transculturización ha deformado el concepto y el valor del significado de esta bebida ancestral", lamenta el investigador, que relata que durante la conquista española, hace 500 años, se usó la bebida como droga y para trabajar a cambio de aguardiente en haciendas.