Depresión, una muy silenciosa enfermedad
“No tenía ganas de bañarme, de comer, de salir, estaba irritable, y cuando se pusieron las cosas más mal…tenía pensamientos recurrentes de la muerte; pensaba que me iba a morir y no es normal, y yo lo veía normal”.
Luna (nombre ficticio), fue diagnosticada con depresión hace cuatro años, sus primeros síntomas fueron apatía por realizar cualquier actividad, estar acostada todo el día, ataques de pánico recurrentes en los que sentía que no podía respirar, y pensamientos suicidas.
Un día, relata, tuvo nueve ataques de pánico. “Yo sentía que no podía respirar, estaba muy abrigada y pensé: es porque traigo chamarra, empecé a bajar el cierre de la chamarra, pero no podía hablar, mi mente se bloqueó (…) quería pedir ayuda y solo abría más los ojos”.
Su familia notó esta situación y la llevó al médico, ahí la doctora que le atendió consideró que podría tratarse de depresión, por lo que la remitió a un especialista que le confirmó el diagnóstico y comenzó su tratamiento farmacológico y psicológico.
EL ESTIGMA DE LA MEDICACIÓN
“Cuando me dijeron que tenía que tomar medicamentos me puse negativa, no quería. La misma depresión me hizo pensar que si tomaba los medicamentos no iba a despertar al día siguiente…me iba a hacer adicta, van a decir que estoy loca”, recuerda.
A esa misma conclusión llegó Neo (nombre ficticio), quien fue diagnosticado con depresión hace cuatro meses, pero que, a diferencia de Luna, abandonó su tratamiento médico y psicológico, ante el pensamiento de poder salir solo de la depresión.
“A pesar de que sí sabía que me podía ayudar (…) ya no quise seguir haciéndolo porque me empezó a medicar y la medicina es literalmente como droga (…) yo empezaba a sentirme adormilado, raro, no me gustó (…) como apenas estaba empezando dije: yo puedo solo con esto.”
La psiquiatra Elisa Hernández Carranza, responsable de la Red Estatal de Atención Psiquiátrica de los Servicios de Salud, señala que estas ideas erróneas sobre la medicación en casos de depresión son frecuentes y tienen su origen en prejuicios sociales y como consecuencia limitan el acceso de las personas a una atención integral a su enfermedad mental.
“La depresión es un conjunto de factores que no nada más contemplan factores psicológicos o sociales, sino que implican alteraciones neurobiológicas que, con echarle ganas, con esperar a que pase, con tener la motivación de mejorar no va a ser suficiente, porque es un trastorno depresivo y es una enfermedad como cualquier otra, pero es una enfermedad mental”.
En el caso de Neo, también influiría la creencia de que los hombres no se deprimen y no lloran. Hernández Carranza aclara que, si bien el trastorno afecta con mayor recurrencia a las mujeres y a personas adultas jóvenes, la depresión es un problema de salud pública que afecta a nivel nacional a casi el 9 por ciento de la población.
En la más reciente encuesta del INEGI respecto a la salud mental, el 32.5 por ciento de la población encuestada con 12 años o más reconoció haberse sentido deprimido, el 9.9 por ciento de los encuestados dijo que estos sentimientos eran diarios y en el resto de la población encuestada se presentó al menos una vez al año este sentimiento.
ENFRENTARSE A SUS FANTASMAS
Luna señala que cuando comenzó a medicarse se sentía atontada, con náuseas, pero conforme fue acostumbrándose se dio cuenta de que hubo mejora física: “Toda mi energía se iba en tratar de estar viva.”
El trabajo conjunto con su psiquiatra y psicóloga, le ayudaron a superar los pensamientos negativos que rayaban en el suicidio, recuperó su rutina, se animó a realizar actividades artísticas como cantar e incluso le impulsó a organizar su casa y deshacerse de artículos que no utilizaba.
“Recuperé mis actividades, mi vida es mucho más activa, procuro caminar cierta cantidad de pasos, aunque esté muy cansada o tenga cosas qué hacer”, incluso retomó las actividades junto a su hija de quien lamenta que haya resultado afectada por su padecimiento.
La psiquiatra Elisa Hernández, reitera que la depresión requiere de un diagnóstico para determinar su gravedad ya que puede haber casos leves, moderados o severos y porque demanda de tratamiento integral con medicamentos y terapia psicológica.
“Con el medicamento solucionamos el tema físico, los trastornos del sueño, de alimentación, de concentración; si no llevamos terapia psicológica no vamos a poder afrontar las situaciones que nos están generando la depresión”.
Dice además que hay situaciones biológicas, cuestiones genéticas, estresores sociales, traumas, problemas de relación de pareja, relaciones conflictivas con los padres o eventos traumantes en los últimos años que pueden influir, la depresión es un trastorno mental que implica alteraciones a nivel social, económico, personal y cultural. Si es depresión no funciona un tratamiento aislado del otro, enfatiza.
“Da miedo enfrentar los fantasmas que te hacen tener depresión”, reconoce Luna, por lo que recomendó a las personas que han detectado síntomas como tristeza durante todo el día por más de dos semanas, falta de ánimo por realizar actividades de las que antes disfrutaba, disminución o aumento del sueño y/o apetito, alteraciones en el peso, sentir el cuerpo pesado, sentimientos de culpa, inutilidad o pensamientos recurrentes de muerte o de querer matarse, acuda a solicitar ayuda.
“Se siente tan bien que al menos vale la pena intentarlo y que la gente piense lo que quiera”.
Contrario a Luna, aunque Neo continúa presentando episodios depresivos, por ahora no desea retomar el tratamiento, “en menor medida, pero sí, me sigue afectando - y ¿estás dispuesto a buscar ayuda? - yo diría que no, pero como todo…depende…”.
Actualmente trata de realizar ejercicio y ha tenido un acercamiento con la religión que profesa, lo que considera le ha ayudado a sobrellevar su trastorno depresivo.
EL EFECTO DE LA PANDEMIA EN LA SALUD MENTAL
Luna había sido dada de alta de su tratamiento contra la depresión, sin embargo, el aislamiento por la pandemia hizo que regresara a él.
Para Luna, en esta recaída influyeron las exigencias del trabajo en casa, “a veces los jefes se pasan poniéndole a una trabajos imposibles o que no te corresponde, yo me estaba excediendo en mi trabajo, no estaba llevando una rutina, además, extrañaba a mi grupo”, confiesa.
En esta recaída Luna fue más consciente de los primeros síntomas y por ello retomó sus terapias, pero también considera que le ha ayudado mucho el apoyo de su familia y el tener rutinas.
“La salud mental es importante para todos, no solamente cuando tienes depresión, la salud mental debería ser canasta básica”.
Elisa Hernández, indica que antes del 2020 se reportaron 4 mil nuevos diagnósticos de depresión en el estado al año, pero la pandemia podría incrementar esta cantidad en al menos un 10 por ciento y se estima que durante los próximos tres años seguirá el aumento de casos.
No solo en casos de depresión, la pandemia trajo consigo un aumento en casos de trastornos de ansiedad, estrés post traumático, estos últimos dos lideran la lista.
DÓNDE OBTENER AYUDA
Para lograr diagnosticar la depresión, se debe acudir a un especialista en salud mental, ya sea en psiquiatría o psicología, sin embargo, no toda la población tiene acceso a este nivel de especialidad.
Desde hace 10 años, explica Elisa Hernández, las estrategias desde la Organización Mundial de la Salud, Gobierno Federal y Estatal están orientadas a que personal médico de primer nivel de atención esté capacitada para detectar y atender el trastorno depresivo.
La detección desde el primer nivel de atención médica podría reducir la brecha de atención y tratamiento de la depresión, pues se estima que un 50 por ciento de las personas que presentan síntomas de este trastorno no acuden a recibir atención médica.
En este subregistro influyen tres factores: el primero, la falta de información y sensibilización sobre el tema; el segundo, la falta de acceso a lugares de especialidad y el tercero, los juicios y falta de empatía generado por creencias culturales arraigadas en la población.
La psiquiatra, recordó que este trastorno tiene alta prevalencia, por lo que quienes lo padecen o presentan síntomas no deben sentir que son los únicos con esta problemática, sino acudir a recibir atención pues es una enfermedad tratable: “lo importante es pedir ayuda para obtener una solución”, concluye.
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