Registro Civil, un martirio cotidiano
Filas desde las 4 am por un acta o una enmienda; adultos mayores lo pasan peor
Desde las cuatro de la mañana, de lunes a viernes, llegan a la oficina central del Registro Civil del Estado para hacer fila, a veces hasta de más de cinco horas, quienes requieren un acta de nacimiento que no se encuentra capturada para dispensadores automáticos, o quienes necesitan promover una enmienda por errores de los que la autoridad nunca se responsabiliza.
Muchos son padres o madres de familia que van por enmiendas o correcciones a las actas de sus hijos, para trámites escolares, pero también se presentan personas de la tercera edad cuyas actas no están disponibles en el sistema automatizado.
Es frecuente que personas nacidas en los años sesenta y setenta no tengan otra opción que ir por el acta a la oficina central, a formarse desde la madrugada. Para las cinco y veinte o cinco y media de la mañana, la fila da vuelta desde la puerta principal por la calle de Rayón. Muchos llevan cobijas o ropa muy abrigadora, banquitos, sillas o algo portátil en qué sentarse a esperar.
La situación, “normalizada” por la inacción de las autoridades para mejorar el servicio, ha propiciado la aparición de vendedores de café, atole o tamales a pie de banqueta, cerca de los que hacen fila.
Personal del Registro Civil señala que el déficit de personal para atender lleva tiempo, pero ha empeorado en los últimos tres años. La digitalización de actas para servicio automático en dispensadores parte desde los años ochenta, “si eres adulto mayor, te toca sufrir desde la madrugada por un acta”.
Otro motivo frecuente son los errores de captura, ortografía o precisión en los nombres, fechas, o cualquier otro dato. Jesús Espinosa, un hombre que obtuvo un acta en un dispensador automático, tuvo que ir a corregirla porque el nombre del testigo aparecía dos veces, como testigo y en el lugar del de su padre. Además de la incomodidad de filas y trámites, le costó una cantidad adicional “corregir” el acta. “Es error de ellos, pero no hay forma de que lo acepten; ¿por qué se lo cobran al usuario si no es su culpa?”, reprocha.
Llegar a la hora que las oficinas abren no es opción, porque de cualquier forma hay que esperar por horas y quizá ni alcancen a atender. Otro motivo de algunas quejas es el trato: “Si te atienden después de varias horas, ya están saturados y lo hacen de mala gana”.
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