Por: Miriam González y Naomi Alfaro
Uno de los barrios tradicionales de la capital potosina, San Miguelito, es referencia en la canción-himno de la ciudad. Sin embargo, su población envejece y atestigua cómo el deterioro, el vandalismo y la delincuencia se apoderan de sus calles.
Sentada a medio día, a un costado de la parroquia y con un puesto de manualidades, la maestra Esther Carrillo Torres recuerda con melancolía su llegada a San Miguelito en los años 70, en los que ha compartido con su esposo una transformación de un barrio referente en la historia de San Luis Potosí a un foco rojo de la ciudad.
“El barrio de San Miguel es el más antiguo de los 7 barrios antes era el mas seguro, las personas peleaban por tener una casa dentro de este lugar, ahora como la mayoría de los que vivimos por aquí somos personas de la tercera edad, se ha incrementado la inseguridad en las calles, ya no se puede salir solos, porque a toda hora están los asaltos”.
Desde hace diez años la maestra Esther se ha dedicado a rescatar historias, leyendas, fotografías y objetos sobre San Luis Potosí, para ello creó el museo “Arcamu” (Arte, Casa y Museo), pretendiendo mostrar a las nuevas generaciones el pasado de los barrios que dieron vida a la ciudad de San Luis Potosí.
Su museo que también es su hogar, alberga distintas salas en las que se refleja el estilo, dedicación y pasión por transmitir a los jóvenes la historia de la capital.
Sin embargo con tristeza la maestra Esther, señala que en la actualidad prefiere mantenerlo cerrado debido a los constantes robos en la zona, incluso cuenta que en años pasados grupos escolares acudían a visitarlo, hoy los padres de familia se niegan a que sus hijos salgan de los planteles, pues temen que sean víctimas de la inseguridad.
Tradiciones en extinción
Don Miguel Malacara tiene 75 años siendo parte de este barrio y ahora con el fin de conservar la tradición de la fiesta patronal es el único encargado de ella, ya que los vecinos del lugar no quieren tomar este cargo.
Sin embargo comenta con una profunda tristeza que llegaría un momento en el que ya no podría seguir ayudando debido a un fuerte dolor en la columna que le hace muy difícil seguir con las fiestas en honor a San Miguel. Espera que a las personas les interese rescatar la tradición que año con año se lleva a cabo dentro del barrio, desde la bajada de la imagen a su altar de honor así como el tradicional recorrido con la imagen por las principales calles.
Don Miguel se encuentra todos los domingos afuera de la iglesia para repartir periódicos de la misma así como cantos para las celebraciones eucarísticas.
“San Miguelito era un barrio muy bonito, muy tranquilo, pero las autoridades ya no le han dado los cuidados que necesita, el alumbrado en la plaza es muy poco por eso ha aumentado la delincuencia, la ciudad de los jardines como antes se conocía a todos los barrios, ya no queda nada de eso. La caseta de vigilancia solo funge de adorno, las autoridades no se dan vueltas por el barrio”, lamenta.
Don Miguel se muestra preocupado por la inseguridad que aqueja el barrio, un barrio de viejos.
Don Roberto Dávila un hombre desgastado pero con una sonrisa enorme, unas ganas de platicar de lo que ha vivido en su negocio de revistas, él como comerciante tienen 50 años en este barrio. Aunque él no es residente, se siente parte de él.
Cuenta que para los años 70 la venta de periódicos, revistas, y la venta de la revistas para caballeros y de softporno que no eran permitidas, pero se hacía clandestinamente, podía mantener a su familia que se componía por 4 hijos y su esposa.
“De este puesto salió para darles una profesión a mis hijos, 3 son contadores y una es maestra; ahora ya es muy difícil que este tipo de negocios deje algo, el internet y la tecnología nos han ido quitando muchas cosas”
Don Roberto llega desde las siete y media de la mañana y se retira a las 12 del medio día, él sigue trabajando para no sentirse solo. Quedó viudo desde hace 6 años y su puesto es su distracción, lo poco o mucho que salga de él es para su consumo ya que sus hijos también lo ayudan económicamente.
Todos los vecinos de este barrio tienen por conclusión la inseguridad por sus calles, esperando sean escuchados y las autoridades pongan la atención en este barrio que es emblemático de la capital y que se deben rescatar porque forman parte de los antecedentes de nuestra historia potosina.
El barrio comprende desde la calle Pascual M. Hernández, hasta Himno Nacional, así como desde Coronel Romero a 5 de Mayo.
En sus calles, se observa el deterioro de las fachadas, por desgaste de las fincas y ataques vandálicos. Las casas más modestas, de adobe, apenas pueden mantenerse en pie.
La mayoría de los habitantes del barrio de San Miguelito tienen muchos años viviendo en él, lo que les permite presenciar el cambio que ha sufrido a través de los años. Aunque describen el barrio como “tranquilo”, comentan que siempre se encuentran alerta al caminar, debido al incremento de la inseguridad.
Francisco A.tiene 20 años trabajando en su negocio de carnitas, se ubica a sólo unas cuadras de la parroquia de San Miguelito, y a pesar de ser ésta muy transitada, declara que cada vez que va en la calle observa a todos lados, cuidándose de la gente. De la misma manera, se percata de que se presentan altercados y riñas con más frecuencia.
La mayoría de sus calles son de adoquín, y a causa del uso, se han debilitado las piedras, se zafan con facilidad y constantemente aparecen baches. Las calles son angostas, y al encontrarse en el centro, los lugares de estacionamiento ocupan el espacio de las banquetas, además, al hallarse afuera de las casas, son ocupados por visitantes y no por quienes viven en ellas.
Para Kevin Elias, estudiante de 21 años que vive en la calle Independencia, le resulta un riesgo dejar el carro afuera en la vía pública, debido a que en las mañanas aparece con marcas de llaves o llantas ponchadas, ese es el caso de muchos vecinos.









