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El encuentro entre equipos hermanos, fue un ejercicio de paciencia de más a menos; las acciones reflejaron los estilos de un Diego Simeone, técnico de los colchoneros, que experimentaba con sus jugadores, sabedor que tenía bien controlado el partido.
A la vez, que Alfonso Sosa, transmitía a sus valientes futbolistas, la certeza que podrían alcanzar el éxito, como inicialmente lo vislumbraron.
Los tantos que anotaron Nico Ibáñez y Sergio Camello, provocaron entre los aficionados los ¡olés!, gritos y porras en apoyo a los deportistas de casa.
Antonio Portales, con el autogol, lograría que el equipo campeón de Europa y con la plantilla de estrellas, donde recién se integró Héctor Herrera – se llevó la ovación más prolongada y así se reconcilió con la afición-, se alzara con el triunfo.
Definitivamente, el ego, será para otra vez.
Así, ¡qué a celebrar!
