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Inquebrantable

cuentolgía cale agundis

Por Redacción

Septiembre 02, 2024 03:00 a.m.

A

Apenas puedo moverme. No sé en qué momento han pasado los años. Apenas ayer, bromeaba con mis hermanos en la casa de la infancia. Hoy, todos están muertos. Soy la única sobreviviente de aquella familia. Quiero llorar, elevo la mirada para ver a través del dintel de mi ventana y mis lágrimas cristalinas aclaran las pupilas de mis ojos... se escurren por mis arrugas. Han pasado los años, llegaron los hijos y después los nietos... Algún bisnieto viene en camino. Yo, ya no lo conoceré, aunque la vida me enseñó que nunca debo dar nada por hecho, me he sentido cansada. No sé si al final de mi vida y con mis treinta mil días vividos, sé lo que se acerca. No tengo miedo, no. He rezado y pedido con mucha fe, he rogado y suplicado con fervor, para que Dios sea benévolo conmigo en el día de mi final. Estoy en paz, mis nietos me quieren y se acuerdan de mí. Hoy he recibido sus mensajes y sus llamadas, se han acordado de esta mujer que nació hace 82 años. La que lleva toda la sabiduría en la sangre y el amor puro en su corazón. La que, en cada aliento, pide por el bien de todos y la que da su vida, por ver a la familia feliz. No sé si vaya a durar mucho todavía, pero sé que, si me voy ahora, “recordarán a la abuela” como una mujer inquebrantable, la que daba los buenos día desde muy temprano, la experta en preparar aquellas albóndigas con chicharrón, la que apoyaba, creía y defendía incondicionalmente en todos sus hijos, tuvieran razón o no. El día que me vaya lo haré solo físicamente, porque mi alma seguirá cuidando de todos. 

Y aunque los años pasen y la vida siga: yo siempre estaré aquí, pero desde allá, desde 

el firmamento.

¡Feliz día del abuelo!