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¡Magia de Navidad!

Por Agencias

Diciembre 21, 2020 03:00 a.m.

A

Antes o después los padres nos tenemos que enfrentar a esta situación: Nuestros hijos quieren conocer la verdad sobre quién trae los regalos navideños.

Nunca viene mal estar preparados desde antes para saber cómo responder ante la pregunta de si los Reyes Magos o Santaclós existe realmente. 

Por eso, a continuación, te damos algunos consejos para que esta Navidad, esta cuestión no te sorprendas y sepas cómo reaccionar.

No importa que las cosas hayan cambiado tanto en pocos años, no importa que ahora la tecnología nos permita hacer cosas que jamás hubiéramos imaginado, no importan todas las nuevas formas con las que los niños se divierten y se sorprenden.

Hay algo que no ha cambiado, la ilusión con la que muchos pequeños se acuestan la víspera de Navidad o de Reyes con la seguridad de que Santaclós o los tres Reyes Magos entrarán a sus hogares sigilosamente a dejar los regalos que han pedido.

EXPERIENCIA

Para los afortunados que vivimos esta ilusión, o que la experimentamos a través de las caras de emoción de nuestros hijos, sabemos que más allá de los regalos por sí mismos.

La sola idea de que los Reyes Magos o Papá Noel existan y nos visiten mientras dormimos es única y no se puede comparar con nada más.

Despertar por la mañana y ver los regalos, significa que ¡la magia existe!

REALIDAD

Pero siempre, invariablemente llega un día en que nos enteramos que en realidad quienes hacen las compras y se llenan de gusto y emoción al poner nuestros regalos en el árbol para nosotros, son en realidad nuestros padres, lo cual nos lleva a descubrir que Santaclós y Los Reyes en realidad no existen y por ende la magia de ese despertar nunca vuelve a ser la misma.

Quizá lo más parecido que volvemos a experimentar es cuando nos convertimos, ahora adultos en el Santaclós o los Reyes de nuestros hijos.

Por supuesto no hay respuestas perfectas.

Sin embargo, sí podemos amortiguar un poco el golpe de la verdad y quizá mantener la ilusión por un tiempo más.

Cuanto más pequeños son, más probable es que solo lo hayan escuchado vagamente, o que algún compañero mayor se lo haya dicho, y esperen que les aseguremos que no es así para seguir creyendo.

Por el contrario, cuando son mayores estarán ya casi seguros de que así es, sin embargo, si se atreven a lanzarnos la pregunta es que aún dudan.