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“LEAN A LA TOKARCZUK”

Por Redacción

Abril 13, 2024 03:00 a.m.

A

Ya de que me “clavo” con algún autor o escritora, me quedo un buen rato. Les cuento que me he abismado en la literatura de la Premio Nobel de Literatura 2018, la polaca Olga Tokarczuk, y es que, había leído algunos fragmentos, porque no puedo llamarlos capítulos, de la ¿novela? Si es que la clasificamos ahí, de “Los Errantes” pero sin lupa en su escritura, como lo acabo de hacer.

Sí, muy conocida en Europa y en traducciones al inglés, pero no era tan común en nuestra lengua hasta después del premio sueco tan cotizado. ¿Por qué me atrapa?... luego, luego, empaticé con su literatura, debido a varias características, como su formación en psicología, activismo político y atención en el cuidado del planeta; la polaca resalta algo que siempre defiendo: la literatura como estandarte social, poder o botón propulsor de nuestra especie o necesidad de vida, así de potente.

Sus historias de ficción se basan en relatos míticos y milenarios, logra regalar personajes con estructuras psicológicas bien definidas. También mezcla reflexiones y teorías del pensamiento o temas filosóficos, el más recurrente, el del movimiento, el rechazo a lo estático.

Para ella la inquietud es esencial en la vida y en la construcción de ideales y valores como la libertad, el amor, el duelo, o la muerte.

En sus obras siempre hay transiciones, caminos, vehículos que fluyen con su narrativa y del paso entre la vida y el fin.

Ella misma habla de sus historias como “novelas de constelación” y dibuja una imagen que pueden construir en su mente de manera significativa: para Olga somos ese punto casi invisible en el universo y cuando volteamos a observar el cielo, podemos agrupar las estrellas, planetas o todos aquellos puntos brillantes que para nosotros son infinitos, cuando en sí, nosotros somos los diminutos y nuestra visión agrupa. Pero, a través de sus fragmentos, breves en su mayoría, como esas piezas de estrellas que nosotros atrapamos con la mirada, Tokarczuk construye obras completas, de historias breves o retazos de experiencias que en un principio parecen no tener relación alguna, y al final, observamos la conexión de ese cosmos que ha escrito. Por eso se le adjetiva como novela experimental o novela fragmental

De la misma manera que ella la autodefine como “coro de solistas”, similar a la idea del cosmos, ya que cada voz desde su individualidad suma a la polifonía que conforma la historia. Esto es fácil reconocerlo en “Los errantes”, “Un lugar llamado antaño” o “Los libros de Jacob”. Y, aterrizando la imagen en tierra, con corte policiaco o detectivesco también pueden leer “Sobre los huesos de los muertos”, y aquí se me viene una imagen, quizá más paleontológica, pero que se compara con la que ella propone del cosmos, ya que, en esta historia, los huesos que yacen en la tierra son los que otorgan la respuesta del delito, es decir, las partes construyen el todo. 

Ahora, pido a los cielos que pronto llegue “Anna In en los sepulcros del mundo”, que refigura el mito de Inanna la diosa sumeria del amor y la guerra (quizá conceptos inseparables) y que muestra de nueva cuenta el gusto por relatos fundantes e indispensables para el entendimiento de esto tan bonito y complejo que llamamos humano.

Déjense llevar por una nueva propuesta narrativa, y, sobre todo, acérquense a esos escritores como la Tokarczuk que defienden la literatura como una verdad, poética, pero al fin verdad, de esas que buscamos todos los días. Y, además, propone la idea de que la ficción es como un pegamento necesario que une los fragmentos de pueblos y sociedades que se agrietan con el tiempo, latitudes, creencias o tradiciones, pero que en esa amalgama reconocemos nuestra homogénea identidad.