Las ovejas aprenden a contar pastores

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Las ovejas aprenden a contar pastores

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Puedo escribir palta o cualquier otra cosa: 

invento el azar con dos cotiledones. 

Pero, si lo pienso bien, es mejor guardar silencio y un policía 

en cada minarete. 

Descubro la influencia de un filósofo chino en el arte de pintar paredes, 

o prolongo este discurso, 

como el perro que da vueltas para encontrar un sitio. 

Una ciudad, espejos, garambullos. 

Hay una forma de caminar a ciegas para evitar las trampas: 

cada palabra es una jaula. 

A punta de cincel recobro la memoria de las piedras, los huesos,

trilobites, valvas, ámbares, poemas. 

Queda poco por decir, a no ser el desorden.