Tejedor chiapaneco llevará su arte tzotzil al mundo

El artista Alberto López Gómez plasma su historia en huipiles, rebozos y bufandas

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Tejedor chiapaneco llevará su arte tzotzil al mundo

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Ciudad de México. - Alberto López Gómez, indígena tzotzil originario de Aldama, Chiapas, tejedor y diseñador desde hace cinco años, fue invitado a presentar sus diseños durante febrero en Estados Unidos, y luego hará lo mismo en México.

Con gran parte de su vida dedicada a labores del campo, lo cual hacía para ayudar económicamente a su familia tras la muerte de su papá; Alberto, a sus 25 años de edad, decidió darle un giro a su vida y aprender a bordar de la mano de su mamá.

La oportunidad le llegó cuando uno de sus paisanos que radica en Alemania volvió a Chiapas, conoció a Alberto y le grabó en video difundido en redes: así fue como a través de tal suceso, personal de la Universidad de Harvard lo contactó para conferencias sobre textiles y cosmovisión de sus raíces, actividad que será el 31 de enero y el 1 de febrero.

Además, del 2 al 8 del mismo mes, se presentará en el “Fashion Week” de Nueva York, mostrando así diferentes diseños, tanto para mujer como para hombre, siendo los huipiles antiguos parte de las prendas más importantes que exhibirá durante viaje a los EU.

“Siento que plasmo una historia en cada prenda que hago. A veces hago huipiles, rebosos o bufandas, y en ellos plasmo mi historia, dejo mi alma en cada centímetro y me concentro; al final, un telar siente cómo lo tratas: pongo mi música al momento de tejer, les hablo a los hilos y les digo ‘gracias por entenderme 

y ayudarme’”.

Del 5 al 8 de febrero participará en evento Textiles antiguos mexicanos, actividad por otra organización en Nueva York, en abril estará en el Museo de Culturas Populares en Ciudad de México, así como en estados como Campeche, Quintana Roo y Puebla.

De Chiapas para Europa

En la actualidad Alberto y su equipo confeccionan como 200 piezas al mes, aunque esa cantidad puede aumentar con pedidos que realizan sus clientes nacionales e internacionales. “Tenemos una clienta de Francia que nos hace pedidos cada cuatro meses, y nos solicita entre 50 y 100 piezas; también tenemos a otra que vive en Suiza y hay otros de la Ciudad de México y Cancún, aunque también tenemos pequeñas empresas que nos piden piezas”.

En ese sentido, aclaró que la calidad de sus prendas “no permite regalarlas ni venderlas a mayoreo, eso se los dije a quienes están trabajando con nosotros y no permitimos regateos”.

El trabajo que dedican en cada prenda les lleva por lo menos un mes, y una blusa oscila entre dos mil y dos mil 500 pesos, mientras que un huipil, dependiendo del brocado, puede venderse entre cinco mil y nueve mil pesos, aunque el precio puede elevarse a 30 mil pesos.

“Para mí es una gran felicidad que estemos saliendo adelante, porque al final, estoy logrando el objetivo sin ayuda de nadie... de un empresario o autoridades. Siento que voy a dejar algo significativo de mi pueblo y que toda la gente valore nuestro trabajo: al final se está apoyando a las mujeres y niños. Estoy feliz con la gente que me está apoyando”.

 Del campo al telar 

de cintura

Alberto sostuvo que durante su infancia trabajó en el campo, aunque todo eso cambió desde hace cinco años cuando aprendió a tejer en el telar de cintura, a partir de las clases que le dio su propia madre.

“Tenía miedo que me dijera que no, que eso era para las mujeres, entonces le dije ‘no pasa nada, yo quiero trabajar y quiero aprender a tejer’, tenía derecho y comenzamos a hacerlo”.

Mencionó que poco a poco diseño y a comprar materiales, así como a analizar las diferentes opciones para comenzar a trabajar, aunque los primeros hilos los adquirió su mamá.