Nueva amenaza Robo a la autoridad
El estado de San Luis Potosí fue uno de los pioneros en la distribución del virus de influenza A/H1-N1, mal llamada por aquellos años “influenza porcina” y la cual se convirtió en corto tiempo en una epidemia en varios países del mundo. Aquella ocasión, las redes de contagio trajeron una nueva escuela de epidemiología, porque los ciudadanos quedaron obligados a las medidas de distanciamiento social y el uso de sanitizantes y cubrebocas. Aquel abril de 2009, parece que a las autoridades sanitarias las agarraron “de bajada” y cuando llegó la pandemia del virus SARS CoV-2, quedó demostrado de qué están hechos los médicos. La influenza no ha provocado tantas muertes como el anterior virus y ahora, la tercera diseminación de una cepa rara, parece comenzar a causar preocupación.
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Otra vez deberá quedar a prueba quién es quién en el combate a la diseminación de virus. En ese enredo administrativo que heredó Andrés Manuel López Obrador, apenas se empieza a definir quién es responsable de qué, y al menos un médico competente ya se dio cuenta que el nuevo virus está presente en un pequeño. A estas alturas, las autoridades sanitarias ya deberían estar muy movilizadas para detectar a los contactos que el pequeño enfermo tuvo con otras personas. Si no se cuida ese aspecto, las redes de contagio podrían alcanzar a personas vulnerables.
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En el gobierno municipal capitalino de Jorge Lozano Armengol, allá por el año 2008, alguna persona que no se sabe si actuó en solitario, se introdujo por un acceso en apariencia restringido a las oficinas de la Tesorería, en la Unidad Administrativa Municipal, para llevarse el dinero que encontró. En apariencia el hombre actuó tan a gusto, que ningún policía lo detuvo y a 17 años del incidente, ni la Procuraduría General de Justicia del Estado de entonces ni la actual Fiscalía General del Estado dan pie con bola para esclarecer los hechos, que quizá ya hasta prescribieron.
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Por supuesto que en aquel tiempo, la vigilancia del edificio administrativo era precaria, y casi cualquiera podría entrar y llevarse lo que se le ocurriera, tal vez con la suerte de que no se le detectara.
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Alguna vez, hasta alguien se robó una patrulla en horas de servicio, y así como eso sucede, en instalaciones municipales hay toda una larga historia de robos y asaltos, raras veces resueltos por la autoridad. La cereza en el pastel es el asalto de este jueves se registró en la avenida Mariano Jiménez, a mediodía y ante decenas de personas, cuando civiles armados asaltaron una oficina de la Tesorería Municipal de la capital. No era obra de algún inexperto, sino en apariencia de gente que cuenta con los conocimientos para perpetrar el acto y retar a la autoridad. La delincuencia acudía por dinero fresco y por lo menos hasta el cierre de esta edición, lo logró.
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Con o sin resultados de la investigación, lo cierto es que de 2007 a la fecha, el nivel de la delincuencia en San Luis subió de tono. Desde los actos de alto impacto de aquella época hasta lo que ocurre ahora, ninguna autoridad oficialmente establecida ha podido lograr la disminución de los índices de delincuencia. Algunos hacen y otros dicen que hacen, pero al parecer se hacen...
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Hay absurdos que lo son tanto, como el hecho de que policías estatales que cuidaban dinero que tenía como destino las instalaciones de la entonces Secretaría de Desarrollo Social, fueron asaltados y nadie recuperó ese dinero. Por enésima ocasión, alguien tendrá que rediseñar la estrategia de seguridad pública en la capital y en toda la entidad.
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¡HASTA MAÑANA!
