Semáforo naranja... y el virus no da tregua
Y la diseminación del coronavirus COVID-19 no cede. Miles de potosinos han pasado el trago amargo de resultar positivos a coronavirus, y no hay acción de autoridad suficiente para contener a la ciudadanía que nada tiene que hacer en la calle y sin embargo inunda las calles por las que sólo deberían circular aquellos que se dedican a actividades esenciales.
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El jaloneo de criterios entre el director general de Epidemiología de la Secretaría de Salud Federal, José Luis Alomía Zegarra, y el director de Salud Pública de la Secretaría de Salud Estatal, Miguel Angel Lutzow Steiner, es una muestra de que en la proximidad es más fácil reconocer la dimensión del grave problema que vive San Luis Potosí, entidad federativa en la que la transmisión del virus no da tregua.
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La pandemia pasó de ser noticia de incredulidad generalizada, y tema de ignorancia común, que incluso había desatado múltiples bromas y memes, a un asunto que transformó para siempre la vida de centenares de potosinos, quienes han experimentado la muerte de un ser querido y la progresiva destrucción del tejido social, apenas a unos meses de que la inmensa mayoría de los potosinos sólo conocían unas cifras de muertos sin algo que sonara familiar.
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Es en San Luis Potosí donde sus habitantes saben de las verdaderas causas y consecuencias de la movilidad social: bares disfrazados de restaurantes que las autoridades hacen como que no ven, miles de amas de casa que pasean a sus hijos sin ninguna medida de precaución sanitaria, adultos mayores haciendo turismo en el Centro Histórico, propietarios de tiendas que no portan cubrebocas ni adoptan medidas de sanitización, y un muy pobre peso de la autoridad para revertir los efectos.
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Es precisamente ese el apuro de los potosinos cuando la Secretaría de Salud Federal disminuye la presión sobre las medidas de semáforo rojo, justo a unos días de que el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador visite San Luis Potosí para participar en la Conferencia Nacional de Gobernadores. El escenario previsible es la preocupación de miles de potosinos por las posibles muertes de personas que ya tienen rostro nombre y apellido y se encuentran a la vuelta de la esquina, en el cuarto más cercano o en la cama contigua de la casa, mientras a San Luis Potosí le decretan semáforo naranja, para mayor comodidad de la gira presidencial y los gobernadores.
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Para quienes buscan la forma de olvidarse de las medidas restrictivas, el Semáforo Naranja implica que crean que se refiere a un posible relajamiento de las condiciones para prestar servicios públicos y mantener abiertos los negocios, incluso algunos no tan necesarios, que con mucha frecuencia con semáforo rojo operaron en forma impune.
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Desde un inicio, el manejo mexicano de la pandemia en materia de difusión masiva ha enfrentado múltiples errores del discurso que meten en un predicamento a mexicanos que suelen actuar por lo más elemental sin analizar las condiciones. Así, la palabra “normalidad” ni siquiera debería existir en las condiciones actuales de la pandemia. Normalizar implica volver a la normalidad. Es más, las políticas públicas no llegan ni a los talones de aquellos países donde el manejo de la pandemia ha sido exitoso, como en Cuba, donde en meses hay algunas decenas de personas contagiadas, y eso que es un país que sirve como referente al discurso del presidente mexicano actual. Los ejemplos no sirven de nada si no funcionan para emprender acciones.
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La pesadilla de la pandemia no ha terminado y la fecha para una eventual normalización aún está muy lejos. Los 315 casos de coronavirus anunciados este viernes a nivel estatal, dan una idea del muy veloz avance de la pandemia y el muy escaso compromiso de las autoridades para frenar sus consecuencias, que han afectado a miles de personas inocentes y provocan muertes sin fin.
¡¡HASTA MAÑANA!!