Manos atadas y máscara de hierro, el tratamiento que durante 16 años ha recibido enfermo en Italia
ROMA, Italia (EFE).- Una máscara para cubrir su rostro y las manos atadas han sido el único tratamiento que durante 16 años ha recibido un paciente psiquiátrico de 50 años ingresado en un centro de la isla italiana de Cerdeña, según ha denunciado la nueva garante para las personas privadas de libertad en esa región, Irene Testa.
"No puedo aceptar (...) un trato que parece más cercano al concepto de tortura que al de asistencia", dijo Testa al revelar públicamente la situación de Bruno, que sufre pica, un trastorno alimentario que le lleva a comer sustancias no nutritivas, como tierra, tiza, algodón, pegamento o ceniza, además de pequeños objetos.
La garante le visitó hace unos días en el centro Aias de Cortoghiana, donde se encuentra internado desde hace 24 años, tras recibir una denuncia sobre su tratamiento, que incluye una máscara de hierro que recuerda a la que usaba Hannibal Lecter, el asesino en serie protagonista del film "El silencio de los inocentes". Después publicó varias fotos en sus redes sociales.
"Esperé un día antes de poner por escrito lo que vi en las instalaciones de Aias en Cordoghiana. Un día para recuperarme del escalofriante y espeluznante escenario que me encontré", dijo Testa, al insistir en que Bruno "no es un criminal sino un enfermo. Hay que cambiar inmediatamente su plan de tratamiento".
"Desde hace más de dieciséis años, lo mantienen atado todo el día de manos, con un casco en la cabeza. Al parecer, no porque sea peligroso para los demás, sino para sí mismo", añadió, ya que este trastorno puede provocar complicaciones a quien lo sufre, como obstrucción del tubo digestivo, intoxicación o infección parasitaria.
El caso de Bruno ya había sido denunciado hace algún tiempo por la presidenta de la Unión Nacional de Asociaciones para la Salud Mental, Gisella Trincas, y también se notificó a la Fiscalía, al exministro de Sanidad Roberto Speranza y al Consejo Regional de Cerdeña, según Testa.
"No me resigno, no puedo aceptar que un enfermo sea sometido a un tratamiento que parece más cercano al concepto de tortura que al de asistencia", aseguró este viernes la Garante, que insistió en que no se refería a todo el centro, sino a un caso concreto dentro del mismo.
"Pero no es el momento de indignarse, sino de una acción concreta y rápida por parte de todos los actores institucionales que pueden contribuir a cambiar esta situación.Es una especie de llamamiento: tenemos que hacerlo por Bruno y por todos los demás Brunos", concluyó.
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