Motín en cárcel ecuatoriana deja 31 detenidos asesinados
La masacre en el penal de Machala evidencia la grave situación de las cárceles ecuatorianas.

QUITO, Ecuador, noviembre 10 (ANSA/EL UNIVERSAL).- Ecuador se hunde en la pesadilla de la violencia carcelaria. El horror, que desde hace cinco años marca la vida detrás de las rejas en el país, volvió a estallar en el penal de Machala, donde al menos 31 detenidos fueron asesinados en cuestión de horas.
Veintisiete de ellos fueron encontrados sin vida "por asfixia por ahorcamiento", mientras que la noche anterior un primer enfrentamiento armado ya había provocado cuatro víctimas y decenas de heridos.
Según la policía, que trabaja para definir la dinámica exacta de la masacre, la nueva matanza estaría relacionada con una disputa entre las bandas de Los Lobos y Los Sao Box, protagonistas en los últimos meses de una nueva disputa por el control de los tráficos.
En Machala, a finales de septiembre, otra violenta rendición de cuentas había causado 14 muertos.
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En 2024, tras la anterior serie de masacres, el presidente Daniel Noboa había ordenado a los militares que asumieran el control de los penales. Sin embargo, ocho de estos, entre ellos el de Machala, habían vuelto a la gestión "ordinaria" de la policía en agosto.
El nuevo episodio enciende la alarma sobre un posible aumento de la violencia, alimentada por ajustes de cuentas internos a las pandillas y por el reajuste de las alianzas con los cárteles internacionales del narcotráfico.
Según el gobierno, desde 2021, el 70% de la cocaína mundial ha transitado por Ecuador. El país se convirtió en un centro estratégico para el narcotráfico mundial debido a su proximidad con los principales productores de cocaína, Colombia y Perú, la dolarización de su economía y la fragilidad de sus instituciones.
En este escenario, para las autoridades, organizaciones que hasta hace pocos años eran clasificadas como simples bandas se convirtieron en verdaderos grupos narcoterroristas con cerca de 14.000 afiliados.
Los equilibrios se rompieron sobre todo tras el debilitamiento de Los Choneros, histórica pandilla aliada del cártel mexicano de Sinaloa y de los disidentes colombianos de las FARC, puesta bajo presión por el crecimiento de Los Lobos y otros grupos emergentes.
La memoria corre a 2021, el año que marcó el inicio de la espiral de violencia que transformaron a Ecuador de país relativamente seguro a uno de los más letales del mundo. Hoy como entonces, las cárceles siguen siendo el epicentro de la crisis: desde 2021 casi 600 detenidos fueron asesinados.
Emblema del colapso del sistema es el penal del Litoral de Guayaquil, el más grande del país con más de 12.000 reclusos. Aquí, en septiembre de 2021, se consumó la peor tragedia de la historia carcelaria ecuatoriana:
119 muertos en una masacre transmitida en directo en las redes sociales por los detenidos, entre decapitaciones y cuerpos dados a las llamas.
El gobierno impuso varias veces el estado de emergencia, clasificando a las pandillas como "organizaciones terroristas" en el marco del conflicto armado interno. Pero la violencia parece no detenerse, y Machala se suma hoy a una lista de lugares que marcan el colapso de la seguridad penitenciaria del país.
Horas después de la masacre, el ministro del Interior, John Reimberg, confirmó el traslado masivo de detenidos hacia el nuevo penal de máxima seguridad "Encuentro" en Santa Elena, proyecto promovido por Quito como solución al hacinamiento en las cárceles.
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