“Legado de la Carta Magna fue destruido”
Ministro González Alcántara consideró sorprendente que no hubiera ocurrido antes
Ciudad de México.- Al hacer una reflexión sobre el momento que atraviesa el país, el ministro, Juan Luis González Alcántara Carrancá, advirtió que el legado de la Constitución fue destruido y consideró que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes.
Luego que la ministra presidenta del máximo Tribunal del país, Norma Lucía Piña Hernández, realizó la sesión solemne de Apertura del Primer Periodo de Sesiones 2025, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el ministro, como único orador, compartió una analogía, que en el campo de la física está el fenómeno de las llamadas “gotas del príncipe Rupert”, también conocidas como “las lágrimas holandesas”.
Es decir, una estructura formada al soltar una gota de vidrio derretido en agua fría, ante lo cual se forma un cuerpo sólido con la apariencia de un renacuajo con una punta gruesa y redonda y una especie de cola larga y delgada.
El togado explicó que el cambio brusco de temperatura produce, además de esa forma tan peculiar, una característica es el estrés residual de su estructura que permite al cuerpo de la gota, por su parte más gruesa, soportar fuerzas descomunales.
Abundó que podemos depositar pesos enormes sobre ellas sin que experimenten siquiera una cuarteadura menor, pero basta ejercer una presión mínima en su punto más delgado para que la gota se desintegre por completo en una explosión de pequeñas partículas cristalinas.
González Alcántara señaló que la semejanza con el orden constitucional resulta fascinante, forjada al calor de la lucha armada más cruenta que experimentó la nación y enfriarla rápidamente en el proceso de institucionalización auspiciado por Venustiano Carranza, los resultados superaron todas las expectativas.
“Ninguna, de nuestras leyes fundamentales, hasta entonces, había soportado más de medio siglo, algunas tuvieron vigencia apenas una década y otras jamás llegaron a entrar en vigor, pero la Constitución de 1917 fue capaz de soportar golpes, pesos y presiones imposibles de imaginar o de predecir”, consideró.
Enfatizó que todo eso fue posible porque existía un consenso sobre las reglas del juego y un compromiso a jugarlo con base en ellas, no faltaría, por supuesto, quien solamente fingiera esta convicción al tiempo que buscaba ingeniosamente una forma de respetar su letra, pero no su espíritu.
“Ante la incapacidad de abordarla de frente, de jugarla con las reglas establecidas, tan solo resulta necesario ejercer un poco de presión en la parte más frágil para dinamitar toda la estructura y, en este punto, no hay marcha atrás”, aseveró.
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