ZOPILOTES DE SAN LUIS

Mucha gente los desprecia, por ser tan oscuros, encorvados, de mirada siniestra; y acusa a los buitres con malignas supersticiones y habladurías. Aunado a las películas del viejo oeste, donde querían comerse al joven héroe vaquero. No obstante, estos pacíficos animales resultan ser responsables padres amorosos; fielmente se emparejan una sola vez, de por vida. Vuelan sin esfuerzo por horas aprovechando las corrientes de aire, mientras observan a sus compañeros, a kilómetros de distancia, por si descienden al encontrar algún animal en descomposición. De este modo, los zopilotes son los encargados de los servicios de limpia en la naturaleza. Son extraordinariamente útiles para la ecología al consumir animales muertos. Parientes de los Cóndores Andinos y de California, nuestros zopilotes pertenecen a la familia Cathartidae. Desde la prehistoria diversas culturas los han respetado y representado, en las pirámides los egipcios y los mayas en los códices. (Códice Dresde 38b). Igualmente, hoy en día, en los tiraderos de basura, se alimentan de los extensos desperdicios de comida de nuestra sociedad de consumo; en varias ciudades estos buitres consumen cantidades de desechos cárnicos, como viseras y huesos provenientes de los rastros. Los jugos gástricos de los zopilotes son más corrosivos que un ácido de batería. Eliminan bacterias como la salmonella o ántrax, presentes en la carne en descomposición, protegiendo así a los animales y humanos de contaminación o contagios. Todos los años en el primer sábado del mes de septiembre se celebra el día internacional del buitre, con el propósito de difundir su importancia sanitaria.
En el Parque Juan H. Sánchez, o Morales, en SLP se congrega una parvada de zopilotes entre unos árboles secos, y podemos observar a estos nobles animales de cerca. Cada mañana despiertan y se desentumen abriendo las alas al sol para calentarse. Probablemente vuelan a tiradero de Peñasco u otros para buscar restos orgánicos entre la basura. En el P. Morales también habitan otras especies de aves, como Mosqueros, Picos carpintero, Palomas aliblancas, Tortolitas, etc. que vale la pena proteger. Estas quince hectáreas de bosque son indispensables en esta densa zona habitacional, universitaria y de hospital, pues permite pasear en un medio natural relajante, apartado del bullicio urbano. Observamos, sin embargo, que actualmente muchos árboles sufren desecación por falta de riego, encontramos a varias personas preocupadas que traen garrafas de agua y riegan algunos árboles. Sería preciso contar con pipas de agua tratada, o de agua de la presa Cañada del Lobo que se tira para nivelar. Para no dejar morir a un bosque urbano tan importante.
Proponemos colocar carteles de señalética para sensibilizar e informar al público, sobre las diversas especies que habitan en los parques, con una sencilla explicación de sus hábitos; junto con letreros de no molestar a las aves. Promover recorridos guiados para identificar la fauna y vender comida apropiada para los animales del lugar, permitiendo que los visitantes interaccionen con ellos.
Si en nuestro país ocurren cosas terribles con los humanos, ¿Imagínense que pasara con los animales? No pueden quejarse, aunque se les cometan abusos de todo tipo. Tortuguismo burocrático para su legislación de protección, reasignación de presupuestos, capturas para tráfico de especies, caza furtiva, etc. Especies antes comunes, desaparecen. ¡Nadie hace nada efectivo! Las instituciones de protección ecológica, solo muestran catálogos con bellas fotos, parámetros biométricos y demás números que aparentan conocimiento. Sin embargo, nunca hablan en defensa de las especies. La vida silvestre en los parques de la Ciudad también son nuestro patrimonio, pero no se le da difusión suficiente. Los animales sufren y solo mueren. Académicos y científicos no se manifiestan ni proponen soluciones viables. Mantienen un bajo perfil y silencio pese a la evidente disminución de poblaciones de especies en toda la República.
Zopilote o Buitre negro. Coragyps atratus.
Su vuelo es apacible y majestuoso. Se le reconoce por el plumaje blanco en el extremo de sus alas anchas. Planea aprovechando las corrientes de aire ascendentes al mediodía.
Zopilote o Buitre negro. Coragyps atratus.
La falta de cultura sobre la vida silvestre lo hace protagonista de creencias supersticiosas. Su cabeza desnuda sin plumas evita que se humedezca de sangre al introducirla en los cadáveres.
Zopilote cabeza roja. Cathartes aura.
Observe su fuerte pico para perforar la piel de los animales muertos. Con sus grandes fosas nasales detecta olores de putrefacción a kilómetros de distancia.
Caracara. Caracara planticus.
Aunque no pertenece a la familia de los buitres sino de los halcones, consume animales muertos. Lo vemos a la orilla de las carreteras, temprano en la mañana buscando tlacuaches, conejos y otros animales atropellados durante la noche.
Su plumaje colorido y cresta de plumas en la nuca, lo hace inconfundible. Se le ve a la orilla de carreteras buscando animales atropellados, pues es carroñero, en el buen sentido de la palabra.
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