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Absurdo fugaz

Por Marta Ocaña

Julio 12, 2023 03:00 a.m.

A

Con la imaginación en ruinas, empiezo a descubrir que se termina el día y que, para otros, es la vida la que anuncia que se va. Y caigo en cuenta de que vivo en el mundo de las muertes. Nada que no sea del conocimiento general.

Afuera hay una fiesta cerca y apenas es martes. Los vecinos no están en el mismo canal que yo sintonizo. En mi entorno alguien ha muerto, pero en el de ellos es momento de Maná y de los Hombres G. No tienen la culpa. Ellos celebran y para otros, simplemente es una tarde más, de un martes de julio. 

Ese julio que es el mes de los memes más polémicos: demasiados sangrones y demasiado ingeniosos, pero también sosos y malos. Pero que sirven para alimentar grupos y redes. Porque no sabemos estar sin los destellos de pantalla y de las notificaciones de los chats. Así nuestra época, nuestras vidas y lo que las llevamos a hacer y ser. 

La luna está a la mitad de su ciclo, pero en mi ventana no se deja ver. No sé si esta noche se le ocurrió salir por otro lado para que, los que tenemos ventanas orientadas al este, no la veamos o si es porque hay unas tímidas nubes de lluvia, que la esconden. A lo mejor es para que la extrañemos y cuando volvamos a verla, apreciemos lo maravilloso del espectáculo que nos da. Pero también la luna, como la falta de lluvia, da para la reflexión, el entretenimiento y el ocio, éste tan desacreditado, pero tan necesario para nuestros aprendizajes de la vida.

Las rolas siguen afuera subiendo y bajando el volumen porque hay un viento fresco que trae y lleva la melodía, a las ventanas y a los oídos.

Ayer recibí un mensaje privado de alguien que quiso hacerme ¿enojar o divertirme? Nunca lo sabré porque no me interesa preguntarle, ni saber qué tipo de respuesta esperaba. Quiero suponer que estaba, aburrido o tomado, para poder imaginar tanta hiel y esparcirla por la red. ¿o será que confundió la libertad de expresión con la mala educación? No sé y a estas alturas del partido, mis ánimos no dan ni para el reclamo ni para la curiosidad, menos para la merienda con gente que solo conozco en fotos públicas y no muy favorecedoras.

Así la vida de hoy, con algunos buscando nombre en el desprestigio ajeno, aplausos en la burla o caravanas en la desvergüenza. Prefiero pensar que si no nombras algo, ese algo no existe. Por eso no hay nombre ni detalle. No hay ofensa en la ignorancia, ni prestigio en el anónimo. Al menos por hoy.

Ahora repiten la canción de los Enanitos Verdes; ésa que dice “en algún lugar de un gran país”. ¿se saben el nombre? Yo no, pero es pegajosa, fácil de reconocer y aprender como los slogans de campaña y las palabrejas, que de mañana, se lanzan desde un estrado de relevancia nacional.

Cierro mi día con el sabor blanco de un Wimbledon, maravilloso escenario de grandes jóvenes, tenaces genios de la raqueta sobre el césped de un país, que también cambia al igual que todo en el globo mundial. 

Y decido que también, vivo en el mundo de la vida, la fuerza y la dedicación y lo demás se va al cajón de los olvidos... al menos por hoy.